
Madre cubana denuncia graves negligencias médicas en el Hospital Materno de Villa Clara
La voz de Yanay Gloria Jiménez Trimiño, residente en el poblado de Corralillo, resuena como un grito de auxilio. Su relato sobre lo vivido en el Hospital Materno Provincial Mariana Grajales de Villa Clara pone en evidencia un panorama de negligencias médicas, carencias de insumos y prácticas cuestionables que ponen en riesgo la vida de madres y recién nacidos.
Yanay ingresó el pasado 29 de agosto, trasladada desde el hospital de Sagua la Grande por una descompensación de presión arterial, ya que es hipertensa crónica. Tras dos días en Cuidados Especiales, fue subida a la Sala Gestante C, donde asegura haber presenciado “horrores” en la atención médica.
Entre las deficiencias más graves, señala la inexistencia de esfigmomanómetros para controlar la presión arterial: “Yo tenía que pedir prestado uno a otra gestante para que me la midieran”, relata. A menudo, eran estudiantes inexpertos quienes asumían esa tarea.
La joven madre describe además episodios alarmantes: una gestante que dio a luz sobre su cama por la tardanza de los médicos de guardia y otra que sufrió un desprendimiento de placenta. “Todas estábamos alteradas y con la presión alta”, recuerda.
Pese a haber informado a los médicos —incluido el jefe de obstetricia, Rogelio Pentón— de su antecedente de preeclampsia cinco años atrás, Yanay asegura que fue ignorada. “Les imploré una cesárea, sabía que mi presión no resistiría un parto inducido, pero me jugaron”, denuncia.
El 18 de septiembre, tras un ultrasonido que mostró una baja en el líquido amniótico, se decidió inducirle el parto con misoprostol. Tal como había advertido, sufrió una preeclampsia agravada que desembocó en eclampsia, edema pulmonar y miocardiopatía periparto. Finalmente, debió ser sometida a una cesárea de urgencia y trasladada en estado grave a la UTI del Hospital Arnaldo Milián.
“Gracias al equipo de la UTI hoy puedo contarlo, pero quedé con secuelas en mi corazón. No conozco a mi bebita más que por fotos, porque sigue en la Creche mientras yo me recupero”, lamenta.
La denuncia de Yanay no se limita a su experiencia personal. Afirma que en ese hospital ya han ocurrido “cinco muertes fetales y dos maternas” en circunstancias similares, además de casos de crisis de eclampsia no controladas. También asegura que existe un “negocio” en torno a las cesáreas: “Solo las hacen si pagas o si tienes amistades, mientras otras mujeres mueren esperando”.
Su testimonio es un llamado desesperado a que la realidad de las gestantes cubanas salga a la luz. “Yo viví para contarlo, pero otras no lo podrán hacer”, concluye.
La historia de Yanay refleja no solo la crisis del sistema de salud cubano, sino la vulnerabilidad extrema de miles de madres que enfrentan embarazos de alto riesgo en hospitales sin recursos y con un personal más enfocado en la burocracia que en salvar vidas.







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