Régimen cubano arremete contra Mike Hammer por citar a Martí y denunciar la represión

El régimen cubano ha vuelto a demostrar su intolerancia hacia toda voz crítica, incluso si proviene de un diplomático acreditado. El Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba (MINREX) convocó este viernes al Encargado de Negocios de la Embajada de Estados Unidos, Mike Hammer, para entregarle una nota verbal de protesta por lo que califican como una “conducta irrespetuosa e injerencista”.

Según el comunicado oficial, el MINREX acusa a Hammer de incitar a la población cubana a manifestarse en contra del régimen y de “estimular actos delictivos”, señalando que su comportamiento viola la Convención de Viena y el acuerdo bilateral para el restablecimiento de relaciones diplomáticas.

Pero la verdadera molestia parece haber sido provocada por una acción simbólica del diplomático: citar al Héroe Nacional José Martí en el aniversario de su muerte. El gobierno cubano consideró esto como una “manipulación insultante” y le entregó a Hammer fragmentos de la carta inconclusa de Martí a Manuel Mercado, en un intento desesperado por marcar territorio ideológico.

Contradicciones y errores

En su afán de censurar y castigar cualquier muestra de solidaridad con el pueblo cubano o de denuncia del autoritarismo imperante, el propio MINREX incurrió en un error que evidencia la improvisación y nerviosismo con el que opera: en su nota oficial indicaron que la convocatoria al diplomático fue el “viernes 30 de junio”, una fecha que aún no ha ocurrido. La citación fue en realidad este 30 de mayo.

Además de la imprecisión, resulta irónico que el régimen cuestione lo que califican de “injerencia” por parte de Hammer, cuando sus propios diplomáticos en Estados Unidos han sido señalados en múltiples ocasiones de actuar como agentes de inteligencia disfrazados de funcionarios.

Una respuesta que incomoda al poder

Desde su llegada a la isla, Mike Hammer ha sostenido encuentros con familiares de presos políticos, ha expresado públicamente su apoyo a la sociedad civil cubana y ha denunciado los abusos del régimen. Estas acciones han irritado al gobierno cubano, acostumbrado a que los diplomáticos extranjeros guarden silencio frente a las violaciones de derechos humanos en la isla.

Lejos de ser irrespetuosa, la conducta de Hammer ha sido coherente con los principios de la diplomacia democrática: dar voz a los sin voz y respaldar la lucha pacífica por la libertad. Citar a Martí, quien murió combatiendo precisamente contra el dominio colonial y en defensa de la soberanía de Cuba, debería ser un acto celebrado, no censurado.

Este nuevo episodio confirma la incomodidad del régimen ante cualquier interlocutor que no se pliegue a su narrativa oficial. La protesta contra Hammer no es más que un intento torpe de intimidación, que pone en evidencia la fragilidad del discurso oficial y la desesperación de una dictadura que ya no puede ocultar la represión que ejerce contra su propio pueblo.