¿Adiós a las patanas turcas? El régimen niega, pero el pueblo teme más apagones

El arribo esta semana del gigantesco buque OK al puerto de La Habana volvió a encender las alarmas: ¿se van las patanas turcas que generan electricidad en Cuba? Aunque el régimen corre a negar cualquier retirada, la desconfianza ciudadana crece a la par de los apagones y la opacidad del gobierno.

El carguero, especializado en transportar estructuras colosales, llegó a la bahía justo frente a la central flotante Suheyla Sultan, la más grande de las tres patanas que aún operan en la Isla. Las imágenes no tardaron en circular y con ellas los rumores: ¿se está desmontando la planta para llevársela?

Solo el Capitolio alumbrado

La Unión Eléctrica se apresuró a “desmentir” que haya una retirada inminente, y afirmó que el buque responde a tareas logísticas de rutina. Pero el daño ya estaba hecho: el viceministro Jesús Abad Vigoa había admitido semanas antes que existía “riesgo latente” de que las patanas salieran de servicio por falta de pago. Curiosamente, esas declaraciones desaparecieron luego de los sitios oficiales. ¿Coincidencia?

La realidad es que las patanas, traídas desde Turquía como salvavidas energético en medio del colapso del sistema nacional, son rentadas por el Estado cubano a precios que no se conocen. Lo que sí se sabe es que requieren un combustible específico, costoso y escaso, y que en los últimos meses han operado de forma intermitente por falta de recursos.

De las ocho patanas que alguna vez estuvieron ancladas en Cuba, solo tres quedan generando alrededor de 330 megavatios, una fracción insuficiente para cubrir la demanda nacional. En paralelo, las termoeléctricas continúan fallando y las provincias padecen cortes de hasta 20 horas diarias.

Y mientras el régimen se aferra al discurso de que “todo está bajo control”, la imagen que llegó anoche a la redacción de ClickCuba es un retrato brutal de la mentira oficial: las termoeléctricas flotantes iluminan con fuerza la bahía de La Habana, pero al otro lado, a menos de 300 metros, barrios como Jesús María, Belén, Atarés, Los Sitios, Pueblo Nuevo, Cerro, Centro Habana, Habana Vieja y Diez de Octubre están sumidos en la oscuridad total. No hay electricidad, no hay refrigeración, no hay dignidad.

Edificio frente a las patanas turcas a oscuras

“Desde nuestras ventanas vemos cómo brillan esas moles flotantes, pero nuestras casas están a oscuras”, nos contó un residente de La Habana Vieja. “La luz existe, pero no es para nosotros. Está secuestrada.”

Estos barrios, considerados por muchos como zonas marginales, históricamente golpeados por el abandono institucional, son hoy los más afectados por la crisis energética. La energía que se genera frente a sus ojos no les pertenece, y el régimen ni siquiera da explicaciones.

La calle a oscuras

La pregunta no es si las patanas se van. La pregunta es cuándo y qué pasará cuando lo hagan.

En Cuba, el apagón no solo es eléctrico. También es informativo.

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