
Padre Alberto Reyes: “La patria no se grita, se construye con verdad, justicia y libertad”
El sacerdote cubano propone una reflexión profundamente crítica sobre el verdadero amor a la patria tras conocerse que el régimen podría retirar la custodia a padres que no inculquen “valores patrióticos” a sus hijos.
El sacerdote camagüeyano Alberto Reyes Pías ha vuelto a alzar su voz desde el púlpito digital de Facebook con una reflexión que desarma, interroga y convoca. En su publicación titulada “He estado pensando…” (112), el presbítero aborda con agudeza la reciente advertencia del régimen cubano de que los padres que no inculquen “valores patrióticos” a sus hijos podrían ser despojados de su custodia. Lejos de aceptar el discurso oficial, el Padre Reyes convierte esa alarmante amenaza en un punto de partida para una meditación crítica sobre el verdadero significado de “amar a la patria”.
“Por una parte, pienso que la medida es un poco extrema, pero por otra, me alegro inmensamente de que, por fin, se insista de modo tan tajante sobre este tema”, escribe con ironía. Para el sacerdote, hablar de amor a la patria implica, ante todo, enseñar a los niños a ejercer la ciudadanía con responsabilidad y conciencia, lo cual contrasta radicalmente con la visión totalitaria que impone el adoctrinamiento ideológico como única forma válida de patriotismo.
Reyes no evade la autocrítica. Reconoce que, como pueblo, se ha fallado en amar a la patria. Y lo explica sin rodeos: “Por no amar a la patria hemos participado en los actos de repudio […] hemos denunciado a nuestros hermanos, y hemos alzado la mano fingiendo aprobación y unanimidad”. El resultado de ese falso patriotismo, señala, ha sido la destrucción de la democracia, el deterioro social y la vulnerabilidad de los ciudadanos.
Pero más allá de señalar los errores del pasado, el sacerdote propone una educación verdaderamente patriótica: basada en la verdad, la pluralidad de ideas, el valor de la protesta, el respeto a la ley, y el reconocimiento del derecho a disentir. “Qué bueno que nuestros niños aprendan el valor de la pluralidad, que sepan disentir cuando no estén de acuerdo”, escribe con esperanza. “Qué bien que aprecien el valor de la protesta pública, el derecho a la huelga, el papel de los sindicatos en la defensa del obrero”.
En un contexto en el que la educación patriótica se confunde con el adoctrinamiento ideológico, la reflexión de Alberto Reyes es un llamado a redescubrir el verdadero amor a Cuba. No el que grita consignas vacías, sino el que actúa desde la ética, la justicia y la libertad. “La patria no se grita, se construye”, parece decirnos. Y en esa reconstrucción, los niños, educados en la verdad, son la clave.
El mensaje del sacerdote llega en un momento en que muchos cubanos enfrentan la disyuntiva entre callar por miedo o hablar con valentía. El Padre Alberto, fiel a su compromiso con la verdad, ha escogido la segunda opción. Y con ello, ha encendido una luz que invita a mirar más allá de la propaganda y a soñar con una patria donde la libertad no sea delito, y el amor a Cuba no tenga que vestirse de uniforme.







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