Delgada en Cuba, desatada en España: Gabriela Fernández y el efecto del hambre vieja

Desde su llegada a España, el cambio físico de Gabriela Fernández —presentadora del programa oficialista cubano “Con Filo”— no ha pasado desapercibido. En tan solo una semana, las imágenes evidencian un aumento considerable de peso, lo que ha generado comentarios entre activistas y usuarios en redes sociales que ven en ello una expresión involuntaria de lo que significa salir, por primera vez, de un país donde el hambre es una constante.

Mientras en Cuba su imagen era la de una joven visiblemente delgada que defendía la escasez como “resistencia heroica”, hoy en Europa su aspecto refleja algo muy distinto: una reacción voraz ante la abundancia. El contraste es tan marcado que no pocos han calificado este cambio como el resultado de una “hambre vieja”, una necesidad acumulada durante años de privaciones, que ahora se manifiesta en un apetito desenfrenado por todo aquello que durante su vida en la isla le fue negado.

Gabriela, en su primera salida al extranjero, parece estar probando todo lo que no comió en sus más de tres décadas en Cuba. No es casual: durante años, como muchos otros cubanos, vivió bajo una dieta de escasez impuesta por un sistema que limita lo más básico, y ahora, lejos de las libretas de racionamiento y los anaqueles vacíos, su cuerpo refleja esa ruptura abrupta entre el discurso que promovía y la realidad que está experimentando.

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