Régimen cubano detecta antenas Starlink ocultas en televisores y refuerza su guerra contra la libertad digital

La Aduana General de la República califica como delito lo que para millones de cubanos sería una vía de escape a la censura y el control informativo
La dictadura cubana ha vuelto a dejar claro que cualquier intento de romper el cerco informativo impuesto por el régimen será tratado como un acto criminal. Esta vez, el Vicejefe Primero de la Aduana General de la República, William Pérez González, informó en su cuenta oficial en X (antes Twitter) sobre la detección de siete antenas satelitales Starlink, presuntamente enmascaradas dentro de televisores y otras mercancías, en la Terminal de Carga Internacional.
La publicación fue acompañada por imágenes de los dispositivos decomisados, con un tono de “triunfo” institucional que recuerda más a una operación militar que a una inspección aduanera. El mensaje es claro: para el régimen, cualquier intento de conexión libre a internet constituye una amenaza.
En lugar de preguntarse por qué los ciudadanos sienten la necesidad de importar, ocultar y arriesgarse a ingresar tecnología que en cualquier país sería de uso común y legal, el gobierno reacciona con persecución. Starlink, el sistema satelital de internet desarrollado por SpaceX, representa una herramienta crucial para millones de personas en el mundo que viven en zonas desconectadas o con acceso limitado a una red libre. En Cuba, su valor es aún mayor: simboliza la posibilidad de burlar el filtro de ETECSA, la empresa estatal que no solo cobra tarifas astronómicas por servicios deficientes, sino que además actúa como brazo censor del aparato de seguridad.
La criminalización de estas antenas revela el temor del régimen a perder el monopolio sobre la información. El control del internet en Cuba no se basa en razones técnicas ni de seguridad, sino en una lógica de represión. A través de cortes selectivos, bloqueos de plataformas, vigilancia digital y persecuciones contra periodistas y activistas, el gobierno ha convertido la red en un campo de batalla más.
Esta incautación no es un hecho aislado, sino parte de una política de Estado. Ya en ocasiones anteriores se ha sabido de decomisos similares, interrogatorios, multas e incluso amenazas de cárcel para quienes instalan o utilizan antenas satelitales sin autorización. No porque representen un peligro real para la población, sino porque ponen en jaque la narrativa oficial del Partido Comunista.
Mientras el mundo avanza hacia la conectividad global y la libertad digital, el régimen cubano se atrinchera en el oscurantismo, criminalizando lo que debería ser un derecho: el acceso sin filtros ni vigilancia al conocimiento, la comunicación y la información.
La detección de estas antenas no es una victoria para la Aduana, es una muestra más del miedo visceral que tiene la dictadura a que los cubanos se informen por sí mismos. Porque para el castrismo, todo lo que escapa a su control es, automáticamente, un enemigo.







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