Guantánamo al límite: Apagones de 12 horas, hambre y sed en medio de una crisis sin salida

La provincia de Guantánamo vive una de las situaciones más desesperantes de toda Cuba. A los prolongados apagones de hasta 12 horas diarias, se suma la creciente escasez de alimentos y la falta de agua potable en numerosos barrios. Una combinación que ha llevado al límite la resistencia de miles de familias que sobreviven entre la oscuridad, el hambre y el abandono institucional.

Según denuncias recibidas por ClickCuba, varias zonas de la ciudad capital y municipios cercanos llevan semanas sin recibir un suministro estable de productos básicos. En muchos hogares, no entra agua por las tuberías durante días, y los vecinos se ven obligados a caminar largas distancias con cubos en busca de alguna fuente de abasto, muchas veces contaminada.

Los apagones, que el régimen ha justificado como “necesarios por el déficit de generación eléctrica”, se extienden durante casi toda la jornada. Los cortes programados no se cumplen, y en su lugar impera una lógica caótica en la que nadie sabe cuándo tendrá energía o por cuánto tiempo.

“No hay luz, no hay comida, no hay agua. ¿Cómo vamos a vivir así?”, se pregunta desesperada una madre de tres hijos desde San Justo. En muchos hogares la refrigeración de alimentos se ha vuelto imposible, por lo que se han perdido los pocos víveres que quedaban almacenados.

El acceso a productos como arroz que ha alcanzado un precio de 450 pesos cubanos la libra, azúcar o aceite es un calvario. Las tiendas en MLC apenas abastecen a una pequeña minoría que puede comprar en divisas, mientras el resto de la población se enfrenta a colas interminables por una libra de cualquier cosa. En los mercados estatales, las bodegas están vacías o solo ofrecen “un poco de sal y café mezclado”.

A este colapso económico y social se suma la represión contra quienes intentan alzar la voz. Varios guantanameros han sido amenazados por publicar en redes sociales videos denunciando las condiciones inhumanas en las que viven. El silencio forzado se impone en un territorio donde la desesperanza crece al mismo ritmo que la miseria.

En medio del caos, la respuesta del gobierno ha sido mínima o inexistente. Las autoridades locales reconocen los problemas, pero no ofrecen soluciones. La población siente que está completamente sola.

Lo que ocurre hoy en Guantánamo no es un caso aislado, sino una muestra alarmante del colapso general que vive el país. Pero en esta región oriental, históricamente golpeada por el olvido estatal, la crisis ha alcanzado niveles verdaderamente demenciales.

Deja un comentario

Suscribirse

Tendencias