”¿Qué celebramos el Primero de Mayo?”: el padre Alberto Reyes desmonta el sentido del desfile en Cuba

El sacerdote cubano Alberto Reyes Pías ha vuelto a remover conciencias con una de sus ya habituales publicaciones bajo el título “He estado pensando…”, esta vez centrada en los desfiles del Primero de Mayo en Cuba. Bajo el número 110 de su serie de reflexiones en Facebook, Reyes denuncia el verdadero sentido de estas concentraciones masivas: no como una fiesta del trabajo, sino como una representación simbólica del miedo y la sumisión de un pueblo controlado por la maquinaria del poder.

“Ha pasado el Primero de Mayo”, escribe el sacerdote, “y en todo el país se han hecho los desfiles y concentraciones tradicionales de ese día, actos que, oficialmente, son un merecido homenaje al mundo del trabajo, pero que, en realidad, tienen en Cuba un sentido totalmente diverso: son actos de reafirmación política, son actos de sumisión ciudadana, son un recuerdo de que nuestra libertad está comprada”.

Lejos de una conmemoración libre y voluntaria, Reyes denuncia la coerción ejercida por el régimen para garantizar la asistencia. Menciona compromisos obligatorios firmados bajo amenaza en centros laborales y escolares, así como la movilización masiva de recursos —como transporte y combustible— para llenar las plazas, en contraste con la escasez crónica que enfrentan los ciudadanos en su vida diaria.

El sacerdote, natural de la diócesis de Camagüey, también apunta hacia aquellos que, a pesar del miedo, optaron por quedarse en casa como gesto de dignidad y libertad interior. Pero la mayoría, según su análisis, acudió forzada, empujada por el temor a las consecuencias. “Este pueblo ha celebrado su miedo, su incapacidad de dar un paso para defender su autonomía personal y social; ha celebrado su esclavitud”, sentencia con dureza.

Para Reyes, el Gobierno no se engaña con estas multitudes; sabe que no cuenta con el apoyo real del pueblo, pero le basta el teatro: la apariencia de adhesión. Lo que celebra el poder no es el respaldo, sino la obediencia, el “como si” que sostiene una estructura de represión encubierta bajo gestos de conformidad.

En su reflexión, el sacerdote recuerda una anécdota de los años en que el régimen pidió firmas para ratificar el llamado “proceso revolucionario”. Una mujer, que orgullosamente dijo haber firmado, recibió una respuesta tajante de un camionero que se negaba a dejarla subir en su vehículo ya lleno: “¡Pues jódase!”. Con esta historia, Reyes ilustra cómo la colaboración con la opresión puede volverse contra quienes la ejercen, incluso en lo más cotidiano.

Con un lenguaje claro y directo, Alberto Reyes continúa consolidándose como una voz disidente dentro del clero cubano, defendiendo el derecho de los cubanos a vivir con dignidad y sin miedo. Su publicación no solo refleja la tensión social que marca la vida en la isla, sino que interpela directamente a la conciencia individual de cada ciudadano.

“Cada acción cuenta”, concluye el sacerdote, “y cada pequeño paso de sumisión al mal se vuelve no sólo contra el que lo hace, sino contra todos los demás, incluidos aquellos a los que se ama”.

Deja un comentario

Suscribirse

Tendencias