Indignación en redes por inauguración de juguetería en La Habana: “Solo los hijos de los privilegiados tendrán acceso”

La reciente apertura de una juguetería en La Habana, propiedad de la esposa del actor cubano Alejandro Cuervo, ha desatado una oleada de críticas en redes sociales. La imagen del corte de cinta con globos y personajes infantiles como parte del acto inaugural fue compartida ampliamente, despertando la indignación de muchos usuarios que consideran el evento una burla al sufrimiento del pueblo cubano.

El negocio fue presentado como un “emprendimiento familiar” en medio de una de las peores crisis económicas que ha enfrentado la isla en décadas. Sin embargo, para muchos internautas, el acceso a este tipo de comercio no está al alcance de la mayoría de la población. “¿Juguetería en Cuba? ¿Para qué niños? En dictadura solo hay élite de la mafia y ciudadano de a pie”, comentó Avana De La Torre, activista cubana residente en España.

Otros usuarios se sumaron al rechazo. “Estos son los que sí se burlan y viven del sufrimiento del pueblo cubano”, expresó Miguel Paz, mientras que Rubén Hadad añadió que “ese ‘emprendimiento’ es para los que desde fuera mandan dinero a su familia y para los corruptos que lamen las botas de los dictadores con tal de robar y extorsionar al pueblo”.

Las críticas se centraron especialmente en la desconexión entre la realidad de la mayoría de las familias cubanas y el acceso a bienes como los juguetes, cuyo precio es inalcanzable para muchos. Dania Macías Rodríguez, una de las comentaristas, fue tajante: “Lástima que esos juguetes son para los hijos y nietos de los dictadores. Los niños del trabajador de a pie jamás tendrán un juguete de esos”.

La reacción en redes expone una vez más la profunda desigualdad que marca la vida cotidiana en Cuba, donde ciertos sectores —especialmente los vinculados al oficialismo o con privilegios económicos— parecen vivir en una realidad paralela. La apertura de esta juguetería ha dejado al descubierto una herida social que no se cierra: la exclusión de las mayorías de los beneficios del consumo, incluso en algo tan esencial y simbólico como el juego infantil.