«Hasta las ganas de vivir le han robado al cubano»: la desgarradora denuncia de la esposa del preso político Arony García Valdés

En medio de la profunda crisis humanitaria que atraviesa Cuba, Yuni Suárez, esposa del preso político y enfermero Arony García Valdés, ha alzado su voz en un contundente testimonio que llegó a la redacción de ClickCuba. Sus palabras reflejan no solo la desesperación cotidiana de miles de familias cubanas, sino también la rabia acumulada ante un régimen que ha demostrado ser incapaz de garantizar lo más básico para la vida.

“Como pueden ver, una barbaridad. Estos son aguaceros, que esto es lo más grande de la vida”, inicia Suárez con tono irónico, para describir la situación extrema que enfrentan en su hogar. “No tenemos corriente, no tenemos gas. Un saco de carbón cuesta dos mil pesos. No tenemos con qué cocinar. La comida se está echando a perder porque no da tiempo ni a que el refrigerador enfríe. No hay con qué cocinarle la comida a los niños ni a los viejos”.

Su denuncia se produce en un contexto de apagones que superan las 20 horas diarias en varias provincias del país, con una población atrapada entre la escasez de alimentos, el colapso de los servicios públicos y la indolencia de las autoridades. “Parecemos indios. Somos aborígenes. Bueno, los aborígenes tenían pescado. Nosotros ni eso. Porque Cuba es un país rodeado de mar y no tenemos derecho tampoco a comer pescado. Somos los seres humanos más miserables de la faz de la Tierra”.

Yuni no solo expresa el dolor familiar de no poder alimentar a sus hijos, sino que lanza una dura crítica a la pasividad social. “Por culpa de los mismos cubanos que somos una partida de carneros. Los que no protestan. Que son una pila de sinvergüenzas. Porque hay más de mil y pico de presos políticos que salieron a la calle por ellos y ya los olvidaron”.

Su esposo, Arony García Valdés, es uno de esos más de mil presos políticos que permanecen tras las rejas por ejercer su derecho a expresarse y protestar. Como enfermero, Arony también representa a los miles de profesionales cubanos que han sido reprimidos por pensar diferente, incluso mientras dedicaban su vida al cuidado de los demás.

“Hoy mis hijos no van a comer. Igual que los hijos de una pila de gente. Porque no se puede cocinar. Porque ellos no pueden garantizar ni el gas licuado para la población. No tienen con qué garantizarlo”, denuncia Suárez con una mezcla de frustración y furia. “Le han robado tanto al pueblo… Que aquí no hay nada. Aquí no hay vivienda, no hay corriente, no hay gas licuado, no hay agua. Aquí no hay de nada en este país. Se lo han robado todo. Hasta las ganas de vivir le han robado al cubano”.

Sus palabras son el grito colectivo de una nación extenuada. La dictadura cubana no solo ha empobrecido materialmente al país, también ha intentado aplastar moral y emocionalmente a su pueblo. Pero testimonios como el de Yuni Suárez son también una chispa de resistencia: una denuncia directa, sin filtros, que expone al mundo la miseria impuesta por quienes se aferran al poder a costa del sufrimiento de millones.

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