Tras tres años de ausencia, madre de Yunior García Vizcay logra verlo en prisión en La Habana

Marieta Vizcay, madre del preso político Yunior García Vizcay, finalmente pudo abrazar a su hijo el pasado 22 de febrero en la Prisión de Máxima Seguridad del Combinado del Este, donde el joven permanece recluido desde su detención durante las protestas del 11 de julio de 2021.

La visita marca el primer encuentro entre madre e hijo tras tres años de separación forzada. Marieta, residente en el municipio Songo-La Maya, en la provincia de Santiago de Cuba, viajó a La Habana sorteando dificultades logísticas y económicas, para reencontrarse con Yunior, quien fue arrestado en la capital durante las históricas manifestaciones del 11J, a pesar de no ser su lugar de residencia. En un video compartido por Diario de Cuba cuenta en que condiciones encontró a su hijo.

Desde su encarcelamiento, la familia ha solicitado en reiteradas ocasiones el traslado del prisionero hacia una prisión en Santiago de Cuba, su provincia natal, una petición que ha sido sistemáticamente ignorada por las autoridades penitenciarias. Esta negativa ha representado una condena doble para Yunior: no solo enfrenta una pena privativa de libertad por motivos políticos, sino que ha estado prácticamente incomunicado de su entorno familiar y sin acceso a las visitas regulares y los suministros básicos que sus seres queridos podrían llevarle.

“Es como si también nos castigaran a nosotros”, expresó Marieta Vizcay en una conversación con activistas de derechos humanos. “Han pasado tres años sin poder tocar a mi hijo, sin poder llevarle lo más mínimo, sin poder hablarle cara a cara. Eso no es justicia, es crueldad”.

Yunior García Vizcay es uno de los cientos de jóvenes cubanos condenados tras las manifestaciones pacíficas que estallaron el 11 de julio de 2021 en todo el país, cuando miles de ciudadanos salieron a las calles para exigir libertad y mejoras en las condiciones de vida. Su caso es representativo de una política represiva que no solo busca silenciar las voces disidentes, sino también aislarlas del apoyo emocional y material de sus familias.

Organizaciones defensoras de derechos humanos han denunciado en múltiples ocasiones el uso del encarcelamiento en provincias alejadas como método de castigo adicional para los presos políticos en Cuba, dificultando el contacto familiar y limitando su acceso a recursos básicos. En muchos casos, las familias no cuentan con los medios para realizar largos viajes a otras provincias, agravando la situación de aislamiento de los reclusos.

A pesar del dolor acumulado, Marieta regresó a Santiago con un poco de consuelo. “Vi a mi hijo. Está delgado, pero firme. No lo han quebrado. Yo también voy a seguir luchando, porque él merece estar en casa y libre, como todos los muchachos que están presos solo por pedir libertad”, dijo.

El caso de Yunior García Vizcay sigue siendo un recordatorio de la profunda crisis de derechos humanos que persiste en Cuba y del precio que muchas familias deben pagar por alzar la voz.

Después de esta visita de Marieta seguida de las denuncias fue trasladado aún más lejos. Desde el pasado lunes se encuentra en la prisión de máxima seguridad de Guanajay en Mayabeque.

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