Ser cubano es luchar por la libertad, no por la dictadura

El régimen cubano lleva décadas utilizando la misma estrategia para desacreditar a quienes luchan por la democracia en la isla: llamarlos “mercenarios”, “contrarrevolucionarios” y, peor aún, “anticubanos”. Sin embargo, quienes abogan por una Cuba libre y justa no son los enemigos del país, sino su mejor esperanza. Ser cubano no es sinónimo de sumisión a un gobierno, sino de amor por la patria, y no hay mayor muestra de patriotismo que exigir libertad y derechos para el pueblo.

El reciente artículo publicado en Razones de Cuba, titulado “Tejiendo la red anticubana: La agenda de Hammer”, es otro intento de la propaganda oficialista para criminalizar el activismo prodemocrático. En este texto, se acusa a diplomáticos estadounidenses, a miembros de la sociedad civil y a organizaciones opositoras de conspirar contra Cuba, cuando en realidad lo que hacen es defender los derechos de los cubanos.

El miedo al diálogo y a la democracia

Uno de los puntos principales del artículo es la crítica a las reuniones del diplomático estadounidense Mike Hammer con distintos sectores de la sociedad cubana, incluidos líderes religiosos y activistas. Para el régimen, cualquier diálogo que no pase por sus filtros es visto como una amenaza. Sin embargo, en cualquier país democrático, las reuniones con diferentes actores sociales son una práctica normal y necesaria para comprender la realidad de un país. En Cuba, donde el régimen monopoliza la información y la política, cualquier intento de apertura se enfrenta con campañas de descrédito y represión.

¿Quiénes son los verdaderos anticubanos?

El régimen insiste en que quienes critican al gobierno son traidores, pero la verdadera traición a Cuba no es exigir democracia, sino condenar a generaciones enteras a la pobreza, la censura y la falta de oportunidades.

• ¿Quién es más cubano? ¿El que pide elecciones libres o el que impone un sistema de partido único donde el pueblo no tiene voz?

• ¿Quién ama más a Cuba? ¿El que defiende el derecho a la libre expresión o el que encarcela a periodistas y opositores por pensar diferente?

• ¿Quién protege más la soberanía nacional? ¿El que lucha por la independencia del pueblo o el que entrega los recursos del país a Rusia, China e Irán para sostenerse en el poder?

Si alguien ha puesto en peligro la soberanía de Cuba, no son los activistas prodemocráticos, sino los que han hipotecado el futuro del país para mantenerse en el poder.

El apoyo internacional no es un crimen

El artículo de Razones de Cuba acusa a los opositores de recibir financiamiento extranjero, como si esto fuera prueba de una conspiración. Sin embargo, la realidad es que no todos los activistas reciben apoyo financiero y, tras la eliminación de la USAID y la NED por la administración Trump, las fuentes de financiamiento que el régimen solía señalar como “pruebas” de injerencia han desaparecido. A pesar de ello, el gobierno cubano sigue utilizando esta narrativa para justificar la represión y silenciar a quienes lo critican.

En cualquier parte del mundo, los movimientos de derechos humanos han contado con solidaridad y respaldo internacional sin que esto los convierta en agentes extranjeros. En Cuba, sin embargo, el régimen pretende monopolizar el patriotismo y criminalizar cualquier forma de resistencia. Pero la lucha por la libertad no necesita grandes recursos, sino convicción y apoyo ciudadano, algo que crece cada día a pesar de la censura y la represión.

Cuba necesita democracia, no más represión

El miedo del régimen a la democracia se refleja en su obsesión por deslegitimar a la oposición. Su discurso no cambia porque la realidad lo condena: después de más de 60 años de poder absoluto, el país está en ruinas. La crisis económica es peor que nunca, la gente huye en cifras récord y la represión aumenta porque el gobierno no tiene otra forma de controlar a la población.

Pero el pueblo cubano está despertando. Cada día más personas se dan cuenta de que la narrativa oficial no es más que una cortina de humo para ocultar el verdadero problema: la dictadura.

Querer una Cuba libre no es un delito. Exigir democracia no es traición. Ser cubano no significa apoyar a un gobierno, sino amar a la patria y luchar por su futuro. Y en esa lucha, los verdaderos patriotas no son los que están en el poder, sino los que, dentro y fuera de la isla, no se rinden en la búsqueda de la libertad.

Deja un comentario

Suscribirse

Tendencias