
Río Cauto: Tras protesta por Mayelín Carrasco, el régimen “descubre” comida y organiza una feria de alimentos
Apenas un día después de la protesta espontánea en Guamo Viejo, Río Cauto, en la que ciudadanos exigieron la liberación de Mayelín Carrasco Álvarez—madre de tres hijos detenida por manifestarse contra el hambre y la miseria—el gobierno municipal ha organizado, casi por arte de magia, una “Feria Integral” con alimentos disponibles para la venta.
El anuncio oficial de la feria, acompañado de imágenes de sacos de frijoles, arroz y otros productos básicos, plantea una pregunta inevitable: ¿Cómo es posible que, de la noche a la mañana, aparezca comida en un país donde la escasez es la norma?
Hasta ayer, los pobladores de Río Cauto enfrentaban las mismas dificultades de todo el país: bodegas vacías, precios prohibitivos y una lucha diaria para conseguir lo básico. Sin embargo, tras la manifestación en la que exigieron la liberación de Mayelín Carrasco y denunciaron la crisis alimentaria, las autoridades parecen haber encontrado suministros suficientes para abastecer una feria.
¿Acaso la comida estaba escondida? ¿Se necesita protestar para que aparezcan alimentos a precios más asequibles?
El mensaje es claro: cuando la gente se atreve a desafiar el control del régimen, este responde con una mínima concesión para calmar los ánimos. Pero no nos equivoquemos, esto no es una solución, sino una táctica de manipulación. El régimen usa el hambre como un mecanismo de control social, soltando un poco cuando siente la presión y apretando nuevamente cuando la resistencia se disuelve.
La rapidez con la que apareció esta feria demuestra que no es un problema de falta de alimentos, sino de voluntad política. Si el pueblo no hubiera salido a protestar ayer, hoy no habría comida en Río Cauto.
Entonces, la verdadera pregunta que cada cubano debe hacerse es: ¿qué pasaría si la protesta no fuera solo en un pueblo, sino en toda la isla? ¿Si la gente dejara de resignarse y exigiera lo que por derecho le pertenece?
Porque si algo ha quedado claro en Río Cauto, es que cuando el pueblo habla, la dictadura escucha… y teme.







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