La organización Cubalex ha denunciado una vez más las violaciones de derechos humanos que se cometen en las cárceles cubanas. En esta ocasión, Sissi Abascal Zamora, prisionera política del 11 de julio de 2021 (11J), ha sido nuevamente privada de un cambio a un régimen de mínima severidad en el penal La Bellotex, en la provincia de Matanzas. Según informó su madre, Annia Zamora, a Cubalex, la directora del centro penitenciario le comunicó a Sissi que su pase a un régimen progresivo fue negado por otros seis meses, debido a que sigue siendo considerada una «presa negativa».

Esta no es la primera vez que Abascal Zamora, quien fue encarcelada por su participación en las protestas masivas que sacudieron a Cuba en julio de 2021, enfrenta este tipo de represalias. En 2023, ya se le había negado el mismo beneficio bajo argumentos similares, que incluían supuestas indisciplinas y una «actitud negativa». Entre las razones expuestas también figuraba su negativa a participar en las actividades políticas promovidas dentro de la prisión, lo que refleja un patrón de coacción política hacia los presos que optan por no alinearse con las doctrinas impuestas por las autoridades penitenciarias.

El caso de Sissi Abascal es emblemático de la situación que viven muchos presos políticos en Cuba. Las denuncias de su madre y de organizaciones como Cubalex subrayan un escenario de represión constante, donde las personas encarceladas por sus opiniones o actividades políticas son sometidas a castigos adicionales, como la negación sistemática de beneficios penitenciarios. Abascal Zamora, además, ha sido víctima de amenazas en represalia por denunciar las pésimas condiciones de vida dentro del penal, lo que pone de manifiesto las precarias condiciones en que se encuentran muchos de los detenidos.

Cubalex alerta que la negativa a permitir un régimen penitenciario más flexible, basado en argumentos que parecen arbitrarios y punitivos, es una forma de castigo adicional para los presos políticos en Cuba. Esta situación agrava el cuadro de violaciones sistemáticas de derechos humanos en la isla y pone en evidencia las tensiones entre el régimen y aquellos que, como Sissi Abascal, exigen cambios sociales y políticos desde el activismo.

En un contexto donde la comunidad internacional mira con creciente preocupación la situación de los presos del 11J, el caso de Abascal Zamora sigue siendo una muestra del uso de las prisiones como instrumentos de control y represión política en Cuba. La persistente negación de sus derechos penitenciarios refleja una estrategia del gobierno cubano para castigar a quienes se atreven a desafiar el sistema, incluso desde detrás de los barrotes.