
Roberto Caballero Grande responde tras la polémica en Cuadrando la Caja: “Nunca dije que había que quitarle al pueblo el arroz y la papa”
Tras las fuertes reacciones provocadas por sus declaraciones en el programa televisivo Cuadrando la Caja, el especialista Roberto Caballero Grande publicó un mensaje en Facebook en el que intenta aclarar su postura y responder a las críticas recibidas. La intervención televisiva, centrada en la producción de alimentos y los hábitos de consumo en Cuba, generó un amplio rechazo ciudadano, especialmente por la percepción de que se minimizaba la importancia del arroz y la papa en la dieta del cubano.
En su publicación, Caballero Grande comienza explicando que decidió mantenerse inicialmente al margen del debate, pero que la reiteración de lo que considera errores de interpretación lo llevó a pronunciarse públicamente. Subraya que no pertenece al Ministerio de Agricultura ni a ninguna entidad estatal desde hace más de 20 años, y que sus criterios no representan ni necesariamente coinciden con los de las instituciones oficiales.
“El criterio que expresé es una opinión personal”, afirma, insistiendo en que ejerció su derecho a opinar y que está dispuesto a que sus ideas sean debatidas, siempre que sea desde una postura ética y respetuosa. En ese sentido, rechaza los ataques personales y las ofensas que han circulado en redes sociales tras la emisión del programa.
Uno de los puntos centrales de su aclaración es la negación tajante de haber propuesto eliminar el arroz y la papa de la alimentación del pueblo. Según explica, su argumento fue que una dieta saludable no debe estar desequilibrada hacia uno o dos productos, sino diversificada. Caballero Grande sostiene que sus palabras fueron simplificadas o sacadas de contexto, generando una reacción que, a su juicio, no se corresponde con lo que realmente planteó.
El especialista reconoce, como muchos ciudadanos han señalado, la grave falta de insumos para la producción agrícola. Sin embargo, apunta que ese diagnóstico se repite desde hace décadas sin que se traduzca en soluciones concretas ni en comida suficiente en la mesa de los cubanos. Por ello, considera necesario replantear el modelo productivo y priorizar cultivos más adaptados a las condiciones del país y menos dependientes de recursos que no están disponibles ni lo estarán en el corto o mediano plazo.
En su análisis, Caballero Grande señala que el énfasis histórico en alcanzar grandes volúmenes de arroz ha provocado el descuido de otros cultivos. El resultado, afirma, ha sido un fracaso doble: no hay suficiente arroz y tampoco alternativas que compensen esa carencia. “Si dejamos de empeñarnos exclusivamente en grandes volúmenes de arroz y garantizamos otras opciones, podríamos tener ambos”, argumenta, incluso recordando que a muchos cubanos aún les deben libras de arroz por la libreta de abastecimiento.
Sobre la papa, uno de los temas que más indignación generó entre la población, el especialista evita extenderse, pero admite que incluso en los años de mayor producción este alimento no llegó de forma equitativa a todo el país. Según expone, más del 50 % de los cubanos apenas consumió papa, ya que la mayor parte se concentraba en La Habana y algunas capitales provinciales.
Finalmente, Caballero Grande responde a quienes han pedido su destitución o especulan con su salida de cargos institucionales. Afirma que fue separado de responsabilidades oficiales desde inicios de este siglo precisamente por expresar lo que piensa. Desde entonces, asegura, su único objetivo ha sido contribuir a que el país alcance la soberanía alimentaria, en línea con la idea martiana de que una nación debe producir lo que consume.
El mensaje concluye con una crítica directa al modelo aplicado durante décadas. A juicio del especialista, las políticas actuales y pasadas en materia de producción de alimentos solo han conducido a una mayor escasez y a una inflación creciente. Para revertir esa situación, sostiene, Cuba necesita cambios profundos y estructurales, muy lejos de los enfoques que hasta ahora han demostrado su fracaso.
La publicación, lejos de cerrar la polémica, ha reavivado el debate sobre el papel de los expertos oficiales y paraoficiales, la desconexión entre los discursos técnicos y la realidad cotidiana de la población, y los límites reales del derecho a opinar en un contexto donde las decisiones que afectan la alimentación del país siguen tomándose sin la participación efectiva de los ciudadanos.






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