Protestas y huelgas sacuden Irán en medio de un colapso económico sin precedentes

Irán atraviesa una de las crisis económicas más severas de los últimos años. En los últimos días, protestas, cierres de comercios y huelgas parciales se han registrado en varias ciudades del país, entre ellas Teherán, Mashhad, Isfahán y Karaj, como respuesta directa al desplome de la moneda nacional y al encarecimiento acelerado del costo de la vida.

La caída histórica del rial iraní frente al dólar ha tenido un impacto inmediato en la economía cotidiana. Los precios de alimentos, medicamentos y productos básicos se han disparado, mientras los salarios permanecen estancados, empujando a amplios sectores de la población a una situación límite.

El comercio paralizado como forma de protesta

Uno de los principales focos de las movilizaciones ha sido el sector comercial, especialmente en Teherán. Comerciantes del histórico Gran Bazar y de otras zonas económicas de la capital cerraron sus establecimientos en señal de protesta ante la imposibilidad de sostener sus negocios en un contexto de inflación descontrolada y devaluación constante.

Situaciones similares se han reportado en otras ciudades del país, donde pequeños y medianos negocios han optado por bajar sus persianas durante horas o días. Los comerciantes denuncian que la inestabilidad monetaria les impide fijar precios, reponer mercancías o importar productos esenciales, lo que ha llevado a pérdidas continuas.

Una crisis que golpea la vida cotidiana

La inflación anual en Irán supera el 40 %, erosionando de forma acelerada el poder adquisitivo de la población. El aumento del costo de la vida ha afectado especialmente a trabajadores, jubilados y familias de bajos ingresos, que enfrentan dificultades crecientes para acceder a alimentos, medicinas y servicios básicos.

A esta situación se suman problemas estructurales que se han agravado en los últimos meses, como la crisis energética, los cortes de electricidad, la escasez de agua en varias regiones y el deterioro de los servicios públicos. Estos factores han contribuido a un clima de malestar social que se expresa hoy en las calles y en los centros económicos del país.

Respuesta de las autoridades

Las autoridades iraníes mantienen presencia de fuerzas de seguridad en las zonas donde se han producido concentraciones y protestas. En algunos puntos se han registrado intervenciones policiales para dispersar a los manifestantes y evitar que las movilizaciones se extiendan.

En medio de la crisis financiera, el gobernador del Banco Central presentó su renuncia, un hecho poco habitual que refleja la presión interna y la gravedad de la situación económica que enfrenta el país.

Un descontento que se extiende

Aunque las protestas actuales tienen un fuerte componente económico, el descontento social en Irán se inscribe en un contexto más amplio de desgaste acumulado. Durante los últimos años, distintos sectores de la sociedad han protagonizado movilizaciones vinculadas a la pérdida de poder adquisitivo, la precariedad de los servicios y la falta de perspectivas de mejora.

La situación sigue siendo volátil y en desarrollo. Mientras el gobierno intenta contener las protestas, la población continúa enfrentando una realidad marcada por la inflación, la incertidumbre y el deterioro de las condiciones de vida.

Por ahora, lo que ocurre en Irán refleja una profunda crisis económica y social, con manifestaciones visibles de rechazo al rumbo del país, en un escenario donde el malestar popular continúa creciendo.