Cuando el poder habla de hambre con desprecio: la indignación tras “Cuadrando la Caja”

Las declaraciones emitidas en una reciente edición del programa oficialista Cuadrando la Caja, dedicado ese día a la alimentación en Cuba, han provocado una fuerte ola de indignación dentro y fuera de la Isla. El Dr. C. Roberto Caballero Grande, presentado como miembro del Comité Ejecutivo Nacional de la Asociación Cubana de Técnicos Agrícolas y Forestales, no solo abordó la crisis alimentaria con frialdad, sino que lo hizo desde una lógica que muchos califican de deshumanizante.

Durante el programa, Caballero Grande se refirió a los hábitos alimentarios del pueblo cubano como si se tratara de una masa moldeable mediante la escasez. “Los desmesurados consumos de arroz nuestro, nosotros no somos asiáticos, eso no es un hábito cubano”, afirmó. Acto seguido, al reconocer que el arroz forma parte esencial de la dieta nacional, añadió sin reparos: “Eso se cambia, eso se cambia, y hoy es más fácil que nunca, porque hoy de verdad con las escaseces que hay, cualquier cosa que tú le pongas a la gente en la placita camina”.

La afirmación, pronunciada en la televisión estatal, ha sido interpretada por muchos como la normalización del hambre como herramienta de control social. Lejos de plantear soluciones productivas, garantizar derechos básicos o mostrar empatía con una población golpeada por la inflación, el desabastecimiento y los apagones, el mensaje transmitido fue otro: la escasez no es un problema a resolver, sino un medio para imponer cambios.

El tono y el contenido de estas palabras han sido ampliamente criticados en redes sociales. Entre las voces que reaccionaron se encuentra la periodista independiente Luz Escobar, quien cuestionó con dureza la lógica expresada en el programa. Tras citar las declaraciones del funcionario, Escobar se preguntó: “¿Qué somos? ¿Puercos? ¿Animales de corral?”. Su comentario resume el sentimiento de una parte significativa de la ciudadanía que se sintió tratada como un experimento, no como personas con dignidad y derechos.

El trasfondo del discurso resulta especialmente grave si se tiene en cuenta el contexto actual. Cuba atraviesa una de las crisis alimentarias más severas de su historia reciente. Los salarios no alcanzan para cubrir necesidades básicas, los productos desaparecen de los mercados y millones de familias sobreviven en condiciones de precariedad extrema. En ese escenario, escuchar a un representante del aparato estatal hablar de la escasez como una ventaja para “cambiar hábitos” no solo evidencia desconexión con la realidad, sino también una preocupante falta de humanidad.

Cuadrando la Caja se promociona como un espacio de análisis económico, pero intervenciones como esta refuerzan la percepción de que el programa funciona más como una plataforma para justificar el fracaso de las políticas públicas que como un foro serio de debate. Cuando el discurso técnico se combina con desprecio hacia la población, lo que queda al descubierto no es un diagnóstico responsable, sino una mentalidad autoritaria que reduce al ciudadano a un sujeto pasivo.

No se trata únicamente de una frase desafortunada. Se trata de una forma de pensar y de gobernar en la que el pueblo no decide, no elige y no importa. Come lo que haya, lo que le impongan, porque “camina”. Para una población cansada de resistir y adaptarse, estas palabras no pasan inadvertidas. Son una ofensa directa a la dignidad de los cubanos.

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