
Tres tasas, una misma crisis: lo que realmente significa la nueva política cambiaria en Cuba
El Banco Central de Cuba anunció la puesta en marcha de un nuevo esquema cambiario basado en “segmentos”, presentado como parte de las llamadas transformaciones para corregir distorsiones económicas y reimpulsar la economía nacional. Sin embargo, detrás del lenguaje técnico y las promesas oficiales, lo que se consolida es un sistema que mantiene la fragmentación monetaria y traslada el peso de la crisis, una vez más, a la población.
Desde el 18 de diciembre, en Cuba coexistirán oficialmente tres tasas de cambio distintas, aplicadas según el actor económico y el tipo de operación. No se trata de una unificación monetaria ni de un mercado libre de divisas, sino de una administración controlada de la escasez.
Tres tasas oficiales, ningún valor real del peso
La primera tasa, de 1 dólar por 24 pesos cubanos, continúa vigente para la contabilidad estatal. Es una referencia histórica que no refleja la economía real, pero permite al Estado sostener artificialmente sus balances.
La segunda, de 1 dólar por 120 pesos, se utiliza para determinadas operaciones del sector estatal y empresarial. Aunque más cercana a la realidad que la anterior, sigue muy por debajo del valor real del dólar en la calle.
La tercera, presentada como novedad, es una tasa “flotante” que será publicada diariamente por el Banco Central y se aplicará a personas naturales, MIPYMES y entidades exportadoras autorizadas. Esta tasa dependerá de cuánto dinero entre y salga del sistema bancario. En la práctica, intenta competir con el mercado informal sin reconocerlo abiertamente.
Por qué surge ahora este esquema
El anuncio no responde a una fortaleza económica, sino a una urgencia. El Estado perdió el control efectivo del mercado cambiario hace tiempo. Las divisas circulan fuera del sistema bancario, las personas no confían en CADECA y los actores económicos recurren al mercado informal para poder operar.
Con este nuevo esquema, el Gobierno busca atraer dólares que hoy están fuera de su alcance, canalizarlos a través del sistema financiero y captarlos sin comprometer reservas que no posee.
El detalle clave que no se dice con claridad
El propio Banco Central reconoce que solo venderá las divisas que logre comprar. Esto significa que no habrá acceso garantizado a dólares. Si no entran suficientes divisas, no habrá venta. El mercado no es libre ni estable, es racionado y condicionado.
En otras palabras, el ciudadano podrá vender dólares al banco, pero no tiene la certeza de poder comprarlos cuando los necesite.
Qué puede pasar con los precios y el dólar informal
El mercado informal no desaparecerá. En el mejor de los casos, podría experimentar una baja temporal por expectativa, pero volverá a subir si el sistema bancario no garantiza una oferta constante de divisas.
Los precios, lejos de bajar, seguirán ajustándose al dólar real. Comerciantes y MIPYMES trasladarán cualquier aumento del tipo de cambio a los productos. El peso cubano continúa perdiendo poder adquisitivo y los salarios, pagados en CUP, quedan cada vez más rezagados.
Cómo impacta en la vida cotidiana
Para quien vive de un salario, este cambio no trae alivio. Los ingresos siguen siendo insuficientes frente a precios anclados al dólar. Para quienes reciben remesas, vender divisas al banco puede significar perder valor si la tasa oficial queda por debajo del mercado real.
Las MIPYMES, por su parte, podrán operar legalmente en algunos casos, pero sin garantías de acceso estable a divisas, lo que las obliga a mantener vínculos con el mercado informal.
Un parche, no una solución
Este esquema no fortalece el peso cubano, no controla la inflación y no devuelve la confianza. Es una medida para ganar tiempo y captar divisas en una economía sin reservas, sin producción suficiente y sin credibilidad financiera.
Mientras no exista un mercado cambiario libre, transparente y respaldado por una economía productiva, cualquier tasa será insuficiente. Tres tasas distintas no corrigen la crisis. Solo la administran.







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