
El régimen mueve fichas en la cúpula judicial: Rubén Remigio Ferro sale del Tribunal Supremo y Óscar Silvera asume el control
El régimen cubano ha iniciado un reordenamiento en la cúpula del sistema judicial, uno de los pilares más sensibles del aparato de poder, con la salida de Rubén Remigio Ferro como presidente del Tribunal Supremo Popular (TSP) tras casi tres décadas al frente de esa institución.
Según reportes de medios independientes, la decisión fue presentada por Miguel Díaz-Canel ante instancias del poder estatal, proponiendo como sustituto a Óscar Manuel Silvera Martínez, hasta ahora ministro de Justicia. El movimiento marca un cambio relevante en un órgano clave para la represión legal, los procesos penales y la persecución política en la Isla.
Un relevo tras 27 años en el máximo órgano judicial
Rubén Remigio Ferro ocupaba la presidencia del Tribunal Supremo Popular desde 1998, convirtiéndose en una de las figuras más longevas y opacas del sistema institucional cubano. Bajo su mandato se consolidó un modelo judicial subordinado al Partido Comunista, sin independencia real, y que ha avalado condenas contra manifestantes, activistas y periodistas independientes.
Su salida no ha sido acompañada, hasta el momento, por una explicación pública ni por una evaluación crítica de su gestión, una práctica habitual en el sistema político cubano, donde los relevos suelen presentarse como simples “movimientos” administrativos.
Óscar Silvera: del Ministerio de Justicia al Tribunal Supremo
De confirmarse el cambio, Óscar Manuel Silvera Martínez pasaría de dirigir el Ministerio de Justicia a presidir el Tribunal Supremo Popular, concentrando aún más poder en manos de un funcionario estrechamente alineado con el aparato del régimen.
Silvera ha sido una de las caras visibles de la arquitectura legal que sostiene la represión, defendiendo públicamente leyes, procesos judiciales y condenas cuestionadas por organizaciones de derechos humanos dentro y fuera de Cuba.
Medios independientes señalan que su traslado al TSP dejaría vacante el Ministerio de Justicia, cargo para el que ya se estaría manejando otra propuesta, aunque esa información aún no ha sido confirmada oficialmente.
Silencio oficial y falta de transparencia
Hasta ahora, los medios estatales no han publicado un comunicado detallado sobre estas decisiones, manteniendo el patrón de opacidad que caracteriza a los cambios internos del régimen. No obstante, la información divulgada por medios independientes coincide en que el relevo fue presentado en instancias formales del poder, lo que indica que el proceso está en marcha.
Este tipo de movimientos suele responder más a ajustes internos y necesidades de control que a una verdadera intención de reforma del sistema judicial.
Un sistema que no cambia, aunque cambien los nombres
Más allá de los relevos, el sistema judicial cubano continúa siendo una herramienta política, sin garantías de independencia ni respeto al debido proceso. La sustitución de una figura por otra no altera la realidad de miles de cubanos que enfrentan procesos judiciales arbitrarios por ejercer derechos fundamentales.
Para las víctimas de la represión, este cambio no representa justicia ni reparación, sino una reconfiguración interna del mismo engranaje que ha sostenido la criminalización del disenso.







Deja un comentario