Tres hermanos de Baracoa confrontan a la policía tras protestas por falta de agua y electricidad

Baracoa amaneció este martes con un nuevo episodio represivo. Tres jóvenes trabajadores de la ciudad —Maikel, Alberto y Giovanni— viven hoy bajo presión policial tras haberse implicado en la protesta nocturna que estalló debido a más de tres meses sin agua y apagones que apenas dejan una hora diaria de servicio.

Según relató a ClickCuba Maikel Lores Matos, aunque anoche fue el pueblo el que “se tiró para la calle porque está pasando las mismas calamidades”, su participación directa vino después:

“Cuando supe que citaron a mis hermanos me presenté allí y tuve un intercambio en la policía porque yo fui a reclamar la injusticia”.

Maikel explica que acudió a la estación policial para exigir explicaciones por lo ocurrido con Alberto y Giovanni, quienes fueron citados por el delegado del MININT local.

Intercambio tenso y hostigamiento en dependencias policiales

El reclamo desencadenó una discusión con los agentes. Según Maikel, fue recibido con maltrato verbal, amenazas e intentos de intimidación:

“Por estar con uniforme se ponían muy guapos”, relata, subrayando que su intervención fue pacífica y motivada por el abuso contra sus hermanos.

Al percibir que su actitud no cambiaba pese a las presiones, los oficiales —según denuncia— comenzaron a recurrir a difamaciones contra los hermanos:

“Inventaron que uno de ellos estaba llorando y pidiendo una oportunidad. Fue por impotencia al no poder doblegarnos”.

Los tres insisten en que no son activistas ni delincuentes. Son jóvenes trabajadores que, como miles de baracoenses, sobreviven bajo el colapso de servicios básicos y un deterioro constante de las condiciones de vida.

Amenazas selectivas y represalia por exigir libertad

Maikel sostiene que los agentes les advirtieron que podrían quitarles sus caballos —medio de trabajo y sustento familiar— y les aseguraron que si el pueblo volvía a salir hoy a la calle, ellos serían los primeros arrestados, aunque no participaran.

Para los tres hermanos, la presión policial no responde a un hecho aislado, sino a una represalia política:

“Saben que no estamos de acuerdo con este sistema y que queremos ser libres”, afirma Maikel. “Nos criminalizan porque no aceptamos vivir más bajo dictadura”.

Mientras tanto, Baracoa sigue enfrentando apagones, falta de agua potable y una tensión social que estalló anoche pero que no ha desaparecido.

Lo ocurrido con Alberto, Giovanni y Maikel refleja un patrón: transformar ciudadanos comunes en advertencia pública, aplicando castigo selectivo para desmovilizar a un pueblo agotado y empujado al límite.

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