Madre cubana se niega a enviar a sus hijos a la escuela mientras continúen los apagones

La cubana Yunisley Suárez Rodríguez hizo pública en Facebook su decisión de no enviar a sus hijos a la escuela hasta que se restablezcan condiciones básicas en su municipio, denunciando el impacto crítico de los apagones prolongados en la salud y el bienestar infantil.

En su publicación, Suárez expresó que sus hijos pasan noches enteras sin poder dormir debido al calor y la falta de ventilación, situación que los deja exhaustos para enfrentar la jornada escolar. Señaló además que la crisis energética impide a muchas familias garantizar alimentos básicos, lo que convierte el acto de asistir a clases en una carga más que en un derecho.

Su mensaje, impregnado de frustración y desahogo, responsabiliza a quienes controlan el país por el deterioro acelerado de la vida cotidiana. “Los niños necesitan comer y dormir”, escribió, apuntando a la falla estructural que afecta a la niñez cubana en medio del colapso energético.

Una realidad compartida

La denuncia de Suárez no es un hecho aislado. En barrios de diferentes provincias, padres han comenzado a manifestar públicamente su decisión de dejar de enviar a sus hijos a la escuela cuando los apagones impiden el descanso nocturno. Maestros reportan que cada vez más niños llegan somnolientos, irritables o con bajo nivel de atención, síntomas de malestar acumulado.

Diversas voces dentro de la isla han advertido que la falta de electricidad ya trasciende el ámbito doméstico para convertirse en un problema social, educativo y psicológico que golpea directamente a la infancia.

Del aula a la protesta doméstica

El acto de negarse a enviar a los hijos a clases se está convirtiendo, para algunos padres, en una forma de protesta silenciosa ante la falta de soluciones reales. Aunque no se trata de un movimiento articulado, publicaciones como la de Yunisley Suárez visibilizan un sentimiento extendido: la prioridad ya no es cumplir con rutinas escolares, sino preservar la integridad física y emocional de los menores.

Una demanda urgente

El reclamo de Suárez concluye con una idea que se repite cada vez más en el espacio público: Cuba necesita libertad para que los niños tengan futuro. Su denuncia pone sobre la mesa un tema que trasciende lo personal. Mientras no existan condiciones mínimas para dormir, comer y educarse, la niñez seguirá siendo víctima silenciosa de una crisis sin alivio a la vista.

Deja un comentario

Suscribirse

Tendencias