El régimen se ve obligado a responder: Ignacio Giménez llega al NTV y expone el clima de desesperación en Cuba

Lo que empezó como un rumor absurdo —la supuesta entrega de 1.100 dólares por persona en hoteles del país— terminó provocando algo que no suele ocurrir: el régimen salió públicamente a desmentirlo en el Noticiero Nacional de Televisión (NTV) y en los perfiles oficiales del Ministerio de Turismo.

Durante el segmento informativo del mediodía, el presentador leyó una nota urgente del Mintur asegurando que era “falsa la noticia que circula en algunos medios y plataformas digitales” sobre una distribución de ayudas tras el paso del huracán Melissa. Horas antes, las cuentas institucionales de Turismo ya habían emitido declaraciones similares y difundido la etiqueta “FAKE NEWS” sobre la imagen de Ignacio Giménez.

Lo paradójico es que el hecho desmentido no ocurrió, pero el fenómeno sí: ciudadanos se acercaron a hoteles en distintas provincias “por si acaso”, impulsados por la viralidad del mensaje.

La respuesta oficial revela debilidad comunicacional

Que el régimen dedicara tiempo en la televisión estatal y en la estructura institucional a responder a un individuo sin poder real tiene carga simbólica:

Reconocen que el rumor tuvo alcance masivo. Temieron que se descontrolara la movilidad ciudadana alrededor de instalaciones hoteleras. El aparato informativo oficial quedó obligado a reaccionar ante una mentira externa, lo que deja en evidencia la pérdida de monopolio narrativo.

El Mintur pidió a “medios de comunicación y ciudadanos” no difundir información falsa, subrayando que ninguna donación se canaliza a través de hoteles. Un mensaje que expone —sin querer— el problema central: en Cuba, el rumor hoy tiene más fuerza que la institucionalidad.

Ignacio Giménez en televisión oficial: un síntoma, no una victoria

El hecho de que el nombre y la imagen de Giménez aparezcan en pantalla del NTV no representa legitimidad para él, pero sí es prueba de que su mensaje impactó emocionalmente en una sociedad desgastada.

Pasó algo inusual: Un rumor externo obligó al Estado a pronunciarse. El aparato propagandístico tuvo que admitir que la gente creyó más al farsante que a las instituciones.

No estaban desmintiendo a Giménez. Estaban desmintiendo a la necesidad.

¿Por qué esta mentira movilizó a tanta gente?

Porque la crisis material y espiritual ha llegado al punto en que una supuesta “ayuda directa” suena más creíble que cualquier política estatal.

Los cubanos no confían en fuentes oficiales, pero sí en: audios reenviados, capturas de pantalla, lo que diga “alguien que escuchó”. Ese nivel de vulnerabilidad social convierte lo improbable en posible. Ignacio Giménez lo entendió —o lo aprovechó— antes que el régimen.

La presencia del caso en el NTV confirma algo mayor

No es noticia que alguien mintió. Lo relevante es cuánto daño reveló esa mentira.

Hoy el país entero vio a su noticiero central hablar de un personaje desconocido hace unos años, reconociendo públicamente que las personas se estaban moviendo por una promesa inexistente. Es una derrota narrativa: el Estado tuvo que salir a apagar un fuego que él mismo alimentó durante décadas con mentiras, triunfalismo y opacidad.

Conclusión

El episodio Ignacio Giménez fue un espejo incómodo. No puso en evidencia la ingenuidad popular, sino la desesperación y el vacío de confianza. Que el régimen tenga que movilizar su aparato comunicativo para desmentir a un agitador digital confirma que: Cuba está cansada, hambrienta y aferrándose a cualquier salida. El rumor ya compite con el Estado como herramienta de movilización. La élite gobernante perdió su autoridad moral: la gente cree más en la mentira que promete que en la verdad que reprime.

Ignacio Giménez no entregó un dólar. Pero logró algo mayor: que el régimen lo tratara como amenaza. Ese simple hecho revela cuán frágil es hoy la realidad construida desde el poder.

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