Insalubridad extrema en el hospital Lucía Iñíguez de Holguín

Las imágenes enviadas a ClickCuba desde el hospital clínico-quirúrgico Lucía Iñíguez Landín de Holguín muestran un nivel de abandono que supera cualquier estándar mínimo de higiene. Un baño completamente inutilizable, cubierto de residuos, filtraciones, suciedad acumulada y manchas oscuras que parecen sangre o desechos biológicos, revela el deterioro extremo de un centro que debería ser referencia provincial en atención médica.

La escena —un inodoro roto, obstruido, rodeado de papeles usados, cartones en el piso impregnados de humedad y paredes negras por filtraciones— retrata una realidad silenciada: el sistema de salud cubano, mientras se exhibe al mundo como un “modelo”, mantiene a pacientes y trabajadores en condiciones que comprometen la salud pública.

2500 CUP por limpiar baños llenos de chinches: nadie acepta el trabajo

Trabajadores de la propia institución confirmaron que prácticamente nadie quiere ocupar las plazas de auxiliar de limpieza. La explicación es simple: el salario es de 2.500 CUP al mes, una cifra que apenas alcanza para dos o tres productos básicos en la Cuba actual, y que no compensa el riesgo de exponerse diariamente a:

baños inundados y sin agua corriente, áreas infectadas de chinches, desechos biológicos sin recoger, condiciones sin materiales de limpieza adecuados, sobrecarga laboral extrema por falta de personal.

En este contexto, el hospital aplica una práctica cada vez más extendida en el país: utilizar a mujeres presas como mano de obra barata para realizar trabajos de higiene y mantenimiento que nadie en libertad está dispuesto a aceptar por ese salario.

Presas obligadas a limpiar hospitales en condiciones insalubres

Las internas trasladadas desde prisiones de la provincia no solo trabajan por sueldos simbólicos, sino que lo hacen sin garantías mínimas de seguridad sanitaria. Trabajan sin equipos de protección adecuados, sin acceso estable a agua limpia y expuestas a enfermedades contagiosas presentes en centros hospitalarios en colapso.

Fuentes vinculadas al sistema penitenciario describen este mecanismo como una forma de “mano de obra cautiva”, donde el Estado se beneficia del trabajo forzoso de mujeres que no pueden negarse.

Un hospital lleno de chinches y con infraestructura al borde del colapso

El hospital Lucía Iñíguez Landín no es un caso aislado. Pacientes y familiares denuncian que:

las salas están infectadas de chinches y cucarachas, las camas no tienen sábanas limpias, los techos presentan filtraciones, los baños permanecen días sin ser limpiados, el agua falla con frecuencia, la basura médica se acumula en pasillos.

La insalubridad se ha normalizado al punto de que los usuarios deben llevar desde cloro hasta escobas si desean higienizar el área donde estará su familiar.

Un riesgo epidemiológico ignorado por las autoridades

En medio de brotes de dengue, chikungunya y enfermedades gastrointestinales, mantener baños en estas condiciones no es solo negligencia: es un riesgo epidemiológico grave.

Expertos consultados señalan que un centro con estas características no cumpliría ningún estándar internacional y enfrentaría cierre inmediato en cualquier país con regulaciones sanitarias funcionales.

Silencio oficial y desgaste del personal médico

Mientras el Ministerio de Salud Pública evita pronunciarse, los trabajadores del sector continúan cargando el peso de un sistema que se derrumba.

Médicos, enfermeros y técnicos se ven obligados a laborar en espacios sucios, sin condiciones mínimas para garantizar protección biológica. Muchos abandonan sus puestos o emigran, acelerando el deterioro.

La realidad que el régimen esconde

Las imágenes de este baño no son un caso aislado ni una excepción. Son la evidencia concreta de un país donde la infraestructura sanitaria está al borde del colapso, donde se obliga a mujeres presas a suplir la falta de personal, y donde los cubanos enfermos deben enfrentar no solo su padecimiento, sino también la miseria absoluta de los espacios donde deberían ser atendidos.

Mientras tanto, las autoridades siguen repitiendo que “la salud en Cuba es un derecho garantizado”.

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