
¿Qué está dispuesto a ceder el Estado cubano para salvar la vida de Yosvany Rosell? La familia denuncia presiones para desplantarlo sin negociar ninguna de sus demandas
La situación del preso político Yosvany Rosell García Caso, en su día 40 de huelga de hambre, ha alcanzado un punto crítico. Su familia fue citada este lunes a una reunión urgente en el Hospital de Holguín, donde las autoridades penitenciarias y un equipo médico de alto nivel pidieron su participación para obligarlo a deponer la huelga. Sin embargo, en ningún momento ofrecieron negociar ni una sola de las demandas que motivaron su protesta.
El testimonio de su hermana, quien estuvo presente en la reunión, revela un escenario de presión extrema, manipulación emocional y ausencia total de voluntad política por parte del régimen para atender las razones que llevaron a Yosvany a este límite vital.
Un operativo médico y represivo para “desplantarlo sí o sí”
Según relató su hermana, a la reunión asistieron:
- El director del hospital
- El jefe de la sala de terapia intermedia
- El jefe provincial de cárceles y prisiones
- El jefe de la Seguridad del Estado, Ángel
- Un psicólogo traído desde La Habana
- Una intensivista y un equipo médico completo
Este despliegue –inusual para un preso político cuya salud ha sido ignorada durante semanas– no tenía como propósito negociar. El objetivo era forzar su salida de la huelga, incluso con participación directa de la familia sujetándolo físicamente para canalizarle sueros y realizar análisis.
Las autoridades exigieron que la familia firmara un documento de “consentimiento asistido”, donde se responsabilizaban de autorizar medidas médicas invasivas contra la voluntad del propio Yosvany.
La familia exige lo elemental: hablar con él antes de cualquier intervención
Su hermana dejó clara una postura ética y humana:
si van a intervenir, primero deben permitirle a la familia explicarle a Yosvany qué están haciendo y por qué.
Pero el jefe de cárceles y prisiones lo rechazó de plano. Su orden fue clara:
“Directo para arriba. Sin hablar con él.”
Cuando la familia insistió, el funcionario terminó expulsándolas de la reunión.
Este comportamiento confirma que la intención real no es salvar a Yosvany respetando sus derechos, sino neutralizar su protesta sin ceder absolutamente nada.
¿Y qué está dispuesto a ceder el régimen? Nada. Ni un ápice.
La pregunta esencial –la que define este momento crítico– es:
¿En cuál de las demandas de Yosvany está dispuesto a ceder el Estado cubano para que él deponga la huelga?
Las autoridades no mencionaron ni una sola de estas exigencias legítimas:
- Revisión de su condena injusta por participar en el 11J.
- Condiciones dignas y no degradantes en prisión.
- Fin de los maltratos, aislamiento y castigos.
- Atención médica real y no represiva.
- Derechos básicos como preso y como ser humano.
En ninguna parte de la reunión se habló de revisar su caso, aliviar su régimen, trasladarlo, mejorar sus condiciones o abrir una vía de diálogo.
La única propuesta del régimen fue: que la familia lo ayude a desistir sin que el Estado mueva un dedo.
Pretenden que Yosvany abandone su huelga, pero sin atender ninguna de las causas que la originaron.
Una negociación justa es un requisito, no una concesión
Un preso político en huelga de hambre no es un obstáculo que debe ser doblegado: es una denuncia viva contra un sistema que le niega derechos elementales.
Si el Estado cubano exige que Yosvany deponga la huelga, tiene la obligación de responder:
¿Qué ofrecerá a cambio?
¿Qué condiciones cambiarán?
Qué garantías darán para su vida y dignidad?
No se puede pedir renuncia sin diálogo.
No se puede exigir sumisión cuando lo que está en juego es la vida de un hombre injustamente condenado.
No se puede demandar obediencia cuando el Estado ni siquiera reconoce la legitimidad de sus reclamos.
La urgencia es hoy: Yosvany no puede esperar más
Las autoridades dicen que “este es el último día”, pero esa urgencia solo parece existir para obligarlo a recibir sueros, no para atender sus derechos.
La vida de Yosvany Rosell está en un punto límite. Si el régimen quiere evitar otra muerte bajo huelga de hambre, la pregunta no es si la familia está dispuesta a convencerlo.
La pregunta es:
¿Qué está dispuesto a hacer el Estado cubano para que el joven preso político Yosvany Rosell García Caso pueda vivir?
Si no están dispuestos a negociar nada, entonces lo que se pretende no es salvarlo: es silenciarlo.
Llamado Internacional
La situación de Yosvany Rosell García Caso exige una respuesta urgente de organizaciones internacionales, gobiernos democráticos y defensores de derechos humanos. Existe una obligación moral y jurídica de demandar al Estado cubano una negociación real, que incluya garantías de vida, revisión de su condena, condiciones dignas en prisión y respeto a su integridad. La vida de un preso político no puede depender de la voluntad unilateral de un aparato represivo que solo busca silenciarlo. Es imprescindible la intervención internacional antes de que sea demasiado tarde.







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