
El delegado de Seboruco ante el colapso del pueblo: “Tírense pa’ la calle”
El periodista independiente José Luis Tan Estrada publicó este jueves un testimonio urgente desde Seboruco, en el municipio de Mayarí, Holguín, donde decenas de residentes salieron a las calles para denunciar el abandono gubernamental que enfrenta la comunidad desde hace semanas.
Según los testimonios enviados al reportero —acompañados de fotos y videos— los habitantes llevan 23 días sin electricidad, sin acceso a agua potable y consumiendo agua contaminada de una presa y de los ríos cercanos. Las autoridades, afirman, no han acudido a verificar la situación ni a ofrecer soluciones.
“Estamos tomando agua de una presa contaminada y cargando agua de los ríos. Pusieron la corriente a pocos metros de aquí y nada. Nadie ha venido a ver nada, ni a preocuparse por la situación. Con niños enfermos, sin alimentos… estamos cansados de quejarnos, de llamar, y nadie hace nada. Ya no sabemos qué hacer ni a quién acudir”, denunció una de las vecinas.
Los relatos describen un escenario de desesperación: familias con menores enfermos, falta de alimentos, viviendas sin agua, y un corte eléctrico que supera las tres semanas. Los residentes aseguran que han llamado en repetidas ocasiones a su delegado local, pero éste no habría dado ninguna respuesta efectiva.
“Tenemos un delegado que no hace nada, al cual llamamos, y nos dijo: ‘tírense pa’ la calle’”, relataron.
Ese llamado —según explican los pobladores— fue precisamente lo que ocurrió hoy: mujeres, hombres y niños salieron a protestar pacíficamente en el camino principal del poblado, exigiendo la restitución de servicios básicos que el Estado tiene la obligación de garantizar.
La publicación de José Luis Tan Estrada vuelve a poner en evidencia la crisis estructural que golpea a las comunidades rurales de Cuba, donde los apagones prolongados, la escasez de agua y la indiferencia institucional se han convertido en parte de la vida cotidiana.
Mientras tanto, los vecinos de Seboruco siguen esperando una respuesta real de las autoridades. De momento, solo tienen una certeza: la comunidad está cansada de sufrir en silencio.







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