
El nuevo “Programa para corregir distorsiones”: ¿solución para Cuba o más carga para el pueblo?
El régimen cubano presentó su Programa para corregir distorsiones y reimpulsar la economía, un documento de más de 300 acciones que, en teoría, promete recuperar la economía del país. Sin embargo, tras analizarlo en detalle, las medidas incluidas apuntan en una dirección muy diferente: más control estatal, más impuestos, más tarifas y más sacrificios para una población ya agotada por la crisis.
Aunque el discurso oficial lo presenta como un plan para “mejorar la vida del pueblo”, el contenido evidencia que el objetivo principal es estabilizar las cuentas del Estado, no aliviar la situación de los ciudadanos.
Un programa diseñado para el Estado, no para la ciudadanía
El documento sostiene que el país necesita “orden, disciplina y eficiencia”, pero evita mencionar cualquier reforma estructural que pueda abrir espacios a la libre iniciativa, la competencia o la descentralización. Todo el plan gira en torno a reforzar la centralización del Partido y del Gobierno sobre la economía:
Control absoluto de las divisas, Supervisión del mercado cambiario, Continuidad del monopolio empresarial estatal, Restricciones sobre los actores privados, Y un capítulo completo dedicado a seguridad, defensa y control político.
Lejos de impulsar cambios profundos, el programa reafirma el mismo modelo que ha generado la crisis actual.
Aumento de tarifas e impuestos: el costo recae sobre la población
Entre las medidas más directas para la vida diaria del cubano destacan:
● Subida de la tarifa eléctrica
El propio documento ordena actualizar los precios de la electricidad. En un país con salarios de 4.000 CUP promedio, esto impactará a millones de hogares.
● Incremento de tarifas de agua y transporte
Acciones que empeorarán aún más el acceso a servicios básicos.
● Aumento del precio de los combustibles
Tanto mayoristas como minoristas, tomando como referencia los precios en dólares.
● Introducción del IVA en Cuba
Un impuesto que encarecerá todos los productos y servicios sin excepción.
● Reducción de subsidios
El régimen anuncia que los subsidios serán “solo para personas vulnerables”, lo que implica que la canasta básica y otros bienes esenciales subirán de precio.
Estas medidas colocan sobre los hombros del ciudadano la carga del ajuste fiscal, mientras el Estado mantiene estructuras burocráticas, subsidios a empresas improductivas y un aparato político que consume miles de millones de pesos cada año.
Agricultura sin reformas: más control y menos resultados
El gobierno insiste en aumentar la producción de alimentos, pero no propone soluciones a los problemas de fondo. Se mantienen:
El sistema de acopio estatal, El control rígido sobre las tierras, La falta de propiedad plena, Y la obligación de entregar productos al Estado antes de venderlos libremente.
Con este modelo, es imposible que los campesinos incrementen la producción. La agricultura cubana necesita libertad, no más regulaciones.
El sector energético: un plan sin respuestas reales
El capítulo dedicado al Sistema Electroenergético Nacional reconoce la crisis, pero no presenta soluciones capaces de revertirla. No se contempla:
Inversión privada, Descentralización, Asociaciones público-privadas transparentes, Ni una nueva matriz energética.
Es el mismo enfoque que ha fallado durante décadas. Los apagones continuarán.
Un documento político disfrazado de plan económico
Gran parte del programa se enfoca en reforzar estructuras ideológicas y de control. Se destacan capítulos dedicados a:
Seguridad del Estado, Defensa, Lucha contra las “ilegalidades”, Órganos de trabajo para cuadros, Formación ideológica en todos los niveles.
La prioridad del plan no es transformar la economía, sino mantener la gobernabilidad interna y la disciplina política en un escenario de crisis profunda.
¿Desarrollo o continuidad del estancamiento?
El Gobierno afirma que este programa conducirá a un país “próspero y sostenible”, pero los elementos esenciales del desarrollo —libertad económica, seguridad jurídica, descentralización, competencia y apertura al capital privado— no aparecen.
Sin reformas estructurales, el país seguirá en la misma trayectoria:
baja producción, inflación persistente, escasez de alimentos, deterioro de los servicios, emigración masiva, y pobreza generalizada.
El plan no toca los pilares del desastre económico cubano. Por el contrario, los refuerza.
Conclusión
El llamado “Programa para corregir distorsiones” no es una hoja de ruta para el desarrollo, sino un ajuste que traslada todo el peso de la crisis al ciudadano, mientras mantiene intacto el modelo centralizado e improductivo del Estado cubano.
No beneficia al pueblo. No transformará la economía. Y no resolverá la profunda crisis estructural que atraviesa el país.
En esencia, es más control, más impuestos y más sacrificios para una población que ya no tiene de dónde apretarse el cinturón.







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