
Los verdaderos odiadores están en el poder
Mientras el órgano oficial del Partido Comunista de Cuba dedica páginas enteras a insultar a los cubanos del exilio, a los activistas y periodistas independientes, miles de familias dentro de la isla siguen durmiendo bajo techos derrumbados, sin electricidad, sin alimentos y sin esperanza.
El artículo titulado “Odiadores sin rescate”, publicado en Granma, pretende señalar a quienes denuncian la realidad del país como enemigos de la patria. Pero la verdad es otra: los verdaderos odiadores son quienes han condenado a once millones de cubanos a vivir bajo el miedo, el hambre y la represión durante más de seis décadas.
Odio es condenar a un pueblo a la miseria
Odio no es denunciar que el país está en ruinas; odio es negarse a reconocerlo. Odio es mantener a un pueblo sometido a salarios que no alcanzan ni para un kilo de arroz. Odio es hacer creer que los desastres naturales son la causa de todo, mientras la corrupción, la mala gestión y la censura se tragan los recursos que deberían destinarse a los damnificados.
Odio es castigar a quien piensa distinto, expulsar de las universidades a los estudiantes inconformes, golpear a las mujeres que marchan con gladiolos, encarcelar a los jóvenes que gritan “libertad” o desterrar a los que opinan libremente. Odio es dejar morir a un preso político en huelga de hambre y luego negar que existía.
Los que aman a Cuba son los que la denuncian
Los cubanos que Granma llama “ciberterroristas” son médicos, artistas, periodistas, amas de casa, exiliados y ciudadanos comunes que usan su voz para decir lo que el poder censura. No son asalariados de nadie: son cubanos que aman a su país lo suficiente como para no callar.
Los “odiadores” que el régimen señala son los mismos que recogen donaciones para los damnificados, los que difunden información sobre los desaparecidos, los que dan fe de las protestas, los que arriesgan su libertad para mostrarle al mundo la verdad.
Amar a Cuba no es aplaudir su ruina, sino luchar porque recupere su dignidad. Los que verdaderamente aman son los que denuncian, los que ayudan, los que no se resignan a ver a su pueblo hundido.
El discurso del odio viene de arriba
Quienes desde el poder acusan a otros de “odiadores” son los mismos que controlan todos los medios, que difaman desde el noticiero, que llaman “mercenarios” a los pobres, que fabrican delitos contra opositores, que llenan las cárceles de inocentes. Son los que mienten en cada discurso mientras sus hijos viven en el extranjero y el pueblo hace colas interminables para conseguir pan.
Ese es el odio que ha destruido a Cuba: el odio del privilegio contra la libertad.
El rescate que Cuba necesita
No hay que ser poeta ni ideólogo para entender que los cubanos no necesitan más consignas, sino libertad. No necesitan héroes oficiales, sino derechos ciudadanos. No necesitan discursos, sino justicia y pan.
El rescate que Cuba necesita no vendrá de Granma ni de quienes escriben desde la comodidad de un despacho. Vendrá de los cubanos que no se rinden, de los que siguen denunciando, de los que no han perdido la fe en un país libre.
Porque los verdaderos odiadores no están en Miami ni en Madrid.
Están en el Palacio de la Revolución.







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