
Rusia advierte a Estados Unidos y ofrece apoyo limitado al régimen de Maduro
En medio de la creciente tensión militar en el Caribe y el endurecimiento del discurso de Washington contra Caracas, el presidente venezolano Nicolás Maduro ha solicitado formalmente apoyo militar a Moscú. La petición, dirigida al Kremlin, incluye sistemas antiaéreos, drones de largo alcance, radares y repuestos para aeronaves de origen ruso, según confirmaron fuentes diplomáticas citadas por The Washington Post y Atlantic Council.
El pedido de Maduro coincide con un escenario de alta presión internacional. La administración de Donald Trump ha reforzado su presencia militar en la región bajo el argumento de operaciones antidrogas, mientras declara que “los días de Maduro están contados”. En este contexto, el Kremlin ha reaccionado públicamente, marcando su posición frente a Estados Unidos.
La advertencia de Rusia a Washington
El Ministerio de Asuntos Exteriores ruso emitió el 1 de noviembre una declaración en la que acusó a Estados Unidos de hacer uso de una “fuerza militar excesiva” en sus operaciones en el Caribe, señalando que dichas acciones “violan tanto la legislación estadounidense como las normas del derecho internacional”.
Rusia advirtió además que el despliegue de fuerzas estadounidenses cerca de Venezuela “amenaza la estabilidad de la región” y reiteró su “firme apoyo al liderazgo venezolano en la defensa de su soberanía”.
El 4 de noviembre, el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, confirmó que Moscú mantiene “contactos constantes” con Caracas y subrayó que el objetivo de Rusia es “evitar una escalada entre Venezuela y Estados Unidos”, en lo que calificó como una “situación muy sensible”.
Aunque el tono de la advertencia es diplomático, deja claro que Moscú considera inaceptable una intervención estadounidense en territorio venezolano y que está dispuesta a actuar como respaldo político y observador activo en la región.
La petición de Caracas y la respuesta de Moscú
Maduro solicitó a Rusia asistencia técnica y militar dentro del marco de cooperación bilateral que ambos países mantienen desde 2006. Según las fuentes citadas, el gobierno venezolano pidió modernizar los sistemas de defensa S-300, reparar aviones de combate y acceder a misiles de medio alcance como los Kalibr y Oreshnik.
Rusia respondió con gestos visibles de apoyo:
El aterrizaje en Caracas de un avión de carga Il-76, vinculado a operaciones logísticas del ejército ruso y utilizado previamente por el grupo Wagner. Declaraciones de un diputado ruso que “no descarta” la entrega de misiles avanzados a Venezuela. Reafirmación pública del Kremlin sobre el “derecho de Venezuela a defender su soberanía”.
Sin embargo, los analistas coinciden en que este apoyo será limitado. La guerra en Ucrania ha reducido la capacidad logística y económica de Moscú, que evita una confrontación directa con Washington.
“El respaldo ruso a Maduro es simbólico. Rusia busca mantener su influencia en América Latina sin comprometer recursos significativos”, apunta un análisis del Atlantic Council.
Escalada militar y equilibrio geopolítico
El pedido venezolano y la advertencia rusa llegan mientras Estados Unidos incrementa su presencia militar en el Caribe. El Pentágono ha desplegado destructores, aviones de reconocimiento y buques de apoyo logístico. Aunque oficialmente se trata de operaciones contra el narcotráfico, diplomáticos regionales confirman que Venezuela está en el centro del radar estadounidense.
Maduro ha respondido con un decreto de “movilización defensiva integral”, ordenando ejercicios conjuntos entre las Fuerzas Armadas y las milicias civiles. Su discurso, centrado en la defensa ante una supuesta agresión extranjera, intenta consolidar apoyo interno y proyectar una imagen de resistencia.
Para el politólogo venezolano Antonio Rodríguez, “Maduro revive la narrativa de la amenaza imperialista como recurso de legitimidad. Rusia le ofrece el respaldo necesario para sostener ese relato, aunque el apoyo práctico sea mínimo”.
Aislamiento político y ausencia de transición
Mientras tanto, la oposición venezolana sigue dividida y sin una estrategia común. Algunos líderes apoyan la presión internacional, mientras otros abogan por reabrir negociaciones. Sin embargo, el acercamiento militar entre Caracas y Moscú complica cualquier intento de mediación y puede aumentar el aislamiento del régimen.
La advertencia rusa, aunque diplomática, eleva el tono de la confrontación global en torno a Venezuela. Washington debe calibrar su respuesta, consciente de que un paso en falso podría abrir un frente de tensión directa con Moscú en el hemisferio occidental.
Conclusión
El intercambio entre Caracas y Moscú marca un nuevo capítulo en la crisis venezolana. Maduro busca apoyo militar para sostener su régimen, mientras Rusia utiliza el conflicto como herramienta geopolítica frente a Estados Unidos.
El respaldo ruso refuerza el discurso de soberanía de Maduro, pero su alcance operativo es limitado. La advertencia del Kremlin a Washington refleja un intento de disuasión más que una disposición real de intervención.
En conjunto, la situación evidencia un cambio de fase: Venezuela ha dejado de ser un foco de crisis interna para convertirse en pieza del tablero estratégico global. La confrontación, hasta ahora política y económica, entra en un terreno donde las potencias miden su influencia en el Caribe, reviviendo ecos de una Guerra Fría que nunca terminó del todo.







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