Tony Haber rescata el legado del ron cubano: Guayabita del Pinar renace en libertad

El empresario cubanoamericano Tony Haber, nacido en Santiago de Cuba y radicado en Estados Unidos, ha logrado lo que parecía imposible: revivir varias marcas históricas de ron cubano que el régimen dejó perder. Entre ellas se encuentra la legendaria Guayabita del Pinar, orgullo de la provincia de Pinar del Río y una de las bebidas más emblemáticas de la historia licorera de Cuba.

Su regreso no ocurre en la Isla, sino en los estantes de Total Wine & More, una de las cadenas de distribución de licores más grandes de Estados Unidos. Allí, desde esta semana, se puede adquirir una edición limitada de Guayabita del Pinar, ahora elaborada fuera del control estatal cubano.

Del abandono en Cuba al rescate en el exilio

La historia de Guayabita del Pinar comenzó en 1892, cuando empresarios privados de Pinar del Río crearon un licor único con una diminuta guayaba silvestre que crece en esa región. Décadas después, la nacionalización impuesta por la revolución de 1959 borró la propiedad privada de la ecuación y convirtió la marca en un producto estatal.

Con el paso del tiempo, la calidad decayó, la producción se redujo y el nombre fue olvidado fuera de la Isla. Lo que en su momento fue un símbolo de la tradición cubana terminó en manos de la burocracia. Y lo peor: el Estado dejó expirar las licencias internacionales que protegían esas marcas.

Tony Haber aprovechó esa omisión. Registró en Estados Unidos los nombres de Guayabita del Pinar, Santero, Arecha y Varadero, además de otras etiquetas menos conocidas. El proceso le tomó siete años, pero el resultado es una operación comercial sólida, completamente legal y fuera del alcance del castrismo.

Reconstruir el sabor original

Más que una jugada de mercado, Haber concibió el proyecto como una restauración cultural. La primera dificultad fue reproducir fuera de Cuba la guayaba silvestre usada en la receta original. Después de varios intentos fallidos en Estados Unidos, logró que la planta creciera en otros países de Latinoamérica y, finalmente, estableció un cultivo estable que permitió recuperar el sabor perdido.

El empresario asegura que no se trata de una copia, sino de una continuación del legado cubano en libertad. Su visión es que cada botella devuelva al exilio “una parte de la Cuba auténtica que el régimen destruyó”.

Patrimonio rescatado, identidad recuperada

El renacimiento de estas marcas tiene una carga simbólica enorme. Mientras la industria del ron en Cuba se encuentra en crisis —con fábricas paralizadas, falta de materias primas y deudas millonarias—, un cubano libre demuestra desde Miami que es posible producir con calidad, legalidad y éxito comercial sin depender del aparato estatal.

Para muchos exiliados, Guayabita del Pinar representa más que una bebida: es memoria líquida. Cada sorbo evoca la Cuba anterior a las expropiaciones, aquella donde el trabajo privado era sinónimo de progreso. Haber no solo rescata un producto, sino un pedazo de historia nacional que el castrismo dejó morir.

El impacto político y económico

La operación también pone sobre la mesa un debate sobre propiedad intelectual y soberanía económica. Si el Estado cubano permitió que marcas centenarias quedaran sin registro en el extranjero, ¿quién es realmente responsable de su pérdida?

El hecho de que hoy esas etiquetas sean propiedad de un empresario del exilio tiene un valor político que trasciende el comercio: el patrimonio que la dictadura confiscó está siendo recuperado, legalmente, por los cubanos libres.

Lo que viene

Haber planea relanzar en los próximos meses otras marcas recuperadas y expandir la distribución de Guayabita del Pinar a más estados de EE. UU. Mientras tanto, en Cuba, la reacción oficial aún no ha llegado, aunque no se descarta que intenten reclamar los derechos históricos de unas marcas que durante décadas no supieron proteger.

En síntesis, el caso de Tony Haber marca un precedente: las marcas que el comunismo enterró están resucitando en el mercado libre, fuera del control del Estado.

Guayabita del Pinar, nacida en Pinar del Río y renacida en Miami, no es solo un ron, es un símbolo del regreso de la iniciativa privada cubana al lugar donde siempre debió estar: en manos de su gente, no del régimen.

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