Muere el padre de la activista Ariadna Mena en medio de una ola de contagios que azota a Cuba

La activista cubana Ariadna Mena Rubio anunció la muerte de su padre, Adalberto Mena Martínez, en un mensaje profundamente conmovedor que refleja no solo el duelo de una hija, sino también la angustia de un país que enfrenta una crisis sanitaria silenciosa.

“EPD mi viejito bello, nunca pensé que algo así te arrancaría la vida. Hombre fuerte y lleno de sabiduría. Pensé que me ibas a durar 200 años”, escribió Mena en su perfil de Facebook. En sus palabras se percibe la mezcla de amor, impotencia y desconcierto ante la partida de un hombre que, según ella, “se libró de peleas más grandes” pero esta vez no pudo vencer a “ese virus”.

La activista, conocida por su firme postura crítica al régimen cubano, describió la pérdida con una frase que tocó a muchos: “Tengo el alma partida en mil pedazos. Cuando un padre muere, muere contigo una mitad de ti”.

Su testimonio llega en un contexto en el que Cuba atraviesa una grave crisis epidemiológica. En diferentes provincias, han resurgido enfermedades infecciosas que habían estado controladas durante años. Dengue, chikungunya, Oropouche e incluso un repunte de tuberculosis pulmonar están golpeando a la población, especialmente a los ancianos y enfermos crónicos, en un sistema sanitario colapsado y sin medicamentos.

En los hospitales del país faltan antibióticos, antipiréticos, reactivos para análisis clínicos y, en muchos casos, personal médico. A los pacientes se les diagnostica “insuficiencia respiratoria” o “bronconeumonía” sin poder determinar con certeza qué los llevó al desenlace fatal.

Mientras el régimen mantiene silencio o minimiza la situación, los ciudadanos llenan las redes sociales con publicaciones de despedida y mensajes de alerta. Lo que Ariadna Mena escribió en su muro no es solo una despedida íntima: es también el reflejo del dolor de miles de familias cubanas que están perdiendo a sus seres queridos sin respuestas ni tratamientos adecuados.

“Vuela alto, Vilme, y desde arriba sigue guiándonos y protegiendo a todo tu rebaño”, concluye Ariadna, en una mezcla de resignación y fe que encierra la esencia de lo que hoy sienten muchos cubanos: el deseo de creer que sus muertos no se fueron del todo, sino que siguen cuidando desde algún lugar mejor.

La muerte de Adalberto Mena Martínez no es un hecho aislado, sino parte de una cadena de pérdidas que deja al descubierto el deterioro del sistema de salud cubano y la vulnerabilidad de un pueblo que, aun enfermo, sigue luchando por sobrevivir en medio del abandono.

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