
Preso político del 11J en huelga de hambre tras negarse a trabajar para el Estado cubano
El preso político Oscar Corría Sánchez, de 25 años y natural de Contramaestre, en Santiago de Cuba, se encuentra en huelga de hambre desde hace varios días en la unidad policial de ese municipio. Su familia confirmó que el joven no ingiere alimentos ni agua y se mantiene “plantado” como forma de protesta ante su reclusión arbitraria.
Según contó su hermana, Mairelis Menéndez Sánchez, a Martí Noticias, las autoridades no informaron a la familia sobre la huelga. “Fuimos a llevarle comida y el guardia nos dijo que llevaba cinco días sin comer, sin cepillarse, sin tomar agua, y que estaba negado a todo”, relató. La única institución avisada fue la Seguridad del Estado, que acudió a visitarlo, sin ofrecer explicaciones sobre su situación.
Corría Sánchez fue detenido el 1.º de octubre, tras acudir a una citación policial. Había sido liberado el 8 de septiembre de 2024, luego de cumplir una condena de tres años y seis meses de prisión por su participación en las protestas del 11 de julio de 2021. Sin embargo, desde su excarcelación ha sido hostigado constantemente por la Seguridad del Estado y la Policía Nacional Revolucionaria (PNR), que lo presionan para que acepte un trabajo bajo control estatal.
Ese acoso culminó en un nuevo arresto cuando el joven se negó a trabajar para el régimen, lo que fue interpretado como un acto de “desobediencia y desacato”. De acuerdo con el testimonio familiar, durante la detención fue maltratado y amenazado por los agentes policiales.
“Por no querer trabajarle a este comunismo lo tienen preso otra vez, sin pruebas, solo por haber salido el 11 de julio a pedir libertad”, denunció su hermana.
Una grabación difundida por Martí Noticias muestra a un oficial de la PNR advirtiendo a Corría Sánchez que sería acusado nuevamente si no se presentaba en la Dirección de Trabajo a “reportarse”. En el audio, el agente incluso lo acusa de “alterar el orden público” dentro de la propia estación policial.
El caso de Oscar Corría refleja el ensañamiento del régimen cubano contra los manifestantes del 11J, muchos de los cuales, incluso después de cumplir sus condenas, siguen bajo vigilancia, amenazas y chantajes laborales. Negarse a trabajar para el Estado se ha convertido en un motivo de persecución política, una muestra del control total que el sistema pretende ejercer sobre los ciudadanos.
Mientras el joven se debilita en una celda sin atención médica ni información clara sobre su estado, la familia teme por su vida y exige su liberación inmediata.







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