
Rusia intensifica ataques masivos contra Ucrania mientras la diplomacia internacional se estanca
La guerra entre Rusia y Ucrania entra en una nueva fase de devastación y desgaste. En las últimas horas, Moscú lanzó más de 400 drones y 28 misiles sobre distintas regiones ucranianas, dejando al menos seis civiles muertos, entre ellos niños, y decenas de heridos. Kiev denunció que el objetivo principal de estos ataques fue destruir infraestructuras energéticas y logísticas esenciales antes del invierno.
El impacto se sintió en todo el país: Cherníhiv quedó sin electricidad, varias ciudades del centro y sur registraron cortes de agua y energía, y miles de personas pasaron la noche en refugios improvisados. Según el Estado Mayor ucraniano, la defensa antiaérea logró derribar la mayoría de los proyectiles, pero los daños a la red eléctrica fueron significativos.
Mientras tanto, el gobierno de Volodímir Zelenski intensifica sus propios ataques dentro del territorio ruso y en las zonas ocupadas, alcanzando depósitos de combustible y bases logísticas. Ucrania también avanza en el desarrollo de drones marinos de largo alcance, que han demostrado una capacidad cada vez mayor para afectar la flota rusa en el mar Negro.
Diplomacia congelada y señales de fuerza nuclear
Las conversaciones para un posible alto el fuego, promovidas por la administración de Donald Trump, fueron pospuestas luego de que el Kremlin rechazara las condiciones propuestas. Vladímir Putin exige el reconocimiento de los territorios ocupados como parte de Rusia, una exigencia que Kiev considera “inaceptable”.
En paralelo, Moscú realizó maniobras nucleares con misiles intercontinentales y bombarderos estratégicos, en una clara demostración de poder ante Occidente. Expertos interpretan esta acción como un intento de presionar diplomáticamente a Estados Unidos y a la OTAN, enviando el mensaje de que Rusia no cederá en sus pretensiones territoriales.
Una guerra de resistencia y desgaste
Aunque el frente militar permanece relativamente estable, con avances mínimos por parte del ejército ruso en el este de Ucrania, la intensidad de los bombardeos aumenta. Analistas militares describen esta fase del conflicto como una guerra de desgaste prolongado, donde Moscú intenta debilitar a Ucrania destruyendo sus recursos básicos y su capacidad industrial.
Ucrania, por su parte, confía en nuevas alianzas militares. Está negociando la adquisición de cazas suecos Saab Gripen para reforzar su defensa aérea, y espera recibir más armamento occidental en los próximos meses.
En el plano económico, las sanciones internacionales continúan asfixiando la economía rusa, que podría enfrentar un déficit cercano a los 100 mil millones de dólares en 2026, según estimaciones del Atlantic Council.
El invierno que se avecina
Con la llegada del invierno, el mayor peligro no solo está en el frente militar, sino en la supervivencia civil. Los ataques rusos a plantas eléctricas y de calefacción amenazan con dejar a millones de ucranianos sin energía en medio de temperaturas bajo cero.
Mientras tanto, el mundo observa con creciente fatiga una guerra que parece no tener fin, donde la diplomacia ha perdido fuerza y la violencia se impone como único lenguaje.







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