
Iberostar desmiente al régimen: el “bloqueo” no impide el progreso de Cuba
Una cadena española opera libremente en Cuba y en Estados Unidos, demostrando que el embargo no es la causa del fracaso económico cubano.
Durante más de seis décadas, el régimen cubano ha repetido un mismo estribillo: que el “bloqueo” de Estados Unidos es el responsable de todos los males de la isla. Escasez, apagones, inflación, migración masiva, hospitales sin medicamentos y fábricas paralizadas… todo, según el discurso oficial, sería culpa del embargo.
Pero la realidad demuestra lo contrario. Empresas extranjeras —como la cadena hotelera española Iberostar— mantienen negocios activos tanto en Cuba como en Estados Unidos. Si el embargo fuera un muro absoluto, ¿cómo se explica que una misma compañía opere en ambos países sin sanciones ni restricciones que frenen su expansión?
Iberostar: negocios en Cuba y hoteles en Miami
Iberostar, una de las cadenas turísticas más grandes de Europa, gestiona más de una veintena de hoteles en Cuba, entre ellos el Habana Riviera, el Iberostar Selection La Habana (Torre K), el Bella Vista, el Laguna Azul y el Ensenachos, ubicados en destinos de lujo y operados en alianza con entidades estatales como Gran Caribe y Gaviota, pertenecientes al conglomerado militar GAESA.
Al mismo tiempo, Iberostar acaba de abrir dos hoteles en Miami (Florida): el Iberostar Waves Miami Beach y el Iberostar Waves Berkeley Shore, ambos plenamente operativos y registrados legalmente en Estados Unidos.
No hay sanciones contra la marca, no hay vetos ni persecución.
Opera en el país que supuestamente “bloquea” a Cuba, mientras mantiene negocios millonarios dentro de la isla con la complicidad del propio régimen.
El embargo no prohíbe operar en Cuba: prohíbe negociar con los militares
El llamado “bloqueo”, cuyo nombre real es embargo estadounidense, no impide el comercio internacional con Cuba, ni las inversiones de terceros países.
Las restricciones estadounidenses se limitan a personas y empresas bajo jurisdicción de Estados Unidos, y prohíben transacciones solo con entidades controladas por los militares, la inteligencia o la seguridad del Estado.
Por eso, el Departamento de Estado actualiza cada año la Cuba Restricted List, donde aparecen los hoteles, empresas y organismos vinculados a GAESA.
Entre ellos figuran varios hoteles operados por Iberostar. Eso significa que los ciudadanos estadounidenses no pueden hospedarse allí ni pagar directamente a esas instalaciones, pero la empresa española puede seguir funcionando, recibir clientes de otros países y ampliar su red global.
Dicho de otro modo: el embargo no castiga a Cuba, sino a los militares que manejan la economía nacional como su empresa privada.
La excusa del “bloqueo” frente a la corrupción interna
Mientras el régimen culpa al embargo, el dinero se esfuma en estructuras de poder opacas. GAESA, bajo control directo del Ejército cubano, maneja cerca del 70 % de la economía nacional, incluyendo hoteles, bancos, tiendas en MLC, navieras, aeropuertos y puertos.
Ninguna de esas instituciones rinde cuentas a la Contraloría ni al pueblo.
En este contexto, culpar al embargo es políticamente conveniente: desvía la atención de la corrupción interna, del despilfarro y de la falta de reformas productivas.
El caso Iberostar lo deja claro: mientras el régimen dice que “Cuba no puede comerciar con el mundo”, una empresa extranjera europea gestiona hoteles con el propio Estado cubano y simultáneamente hace negocios con Estados Unidos, el país del “bloqueo”.
El mito del aislamiento internacional
Cuba mantiene relaciones comerciales con más de 160 países, recibe inversión de Europa, Canadá, México y China, y exporta servicios médicos, níquel y ron.
El embargo estadounidense no impide que lleguen productos ni capital extranjero: lo que impide el desarrollo es el control total del Estado, la falta de propiedad privada real y la persecución contra quien emprende fuera del sistema estatal.
Incluso la Ley Helms-Burton, tan usada como argumento propagandístico, afecta únicamente a empresas que trafiquen con propiedades confiscadas tras 1959, y solo si operan dentro del sistema financiero de EE. UU.
Por eso Iberostar, aun enfrentando demandas bajo esa ley, no ha sido expulsada del mercado estadounidense ni ha dejado de operar en Cuba.
Un régimen que se alimenta del victimismo
El discurso del “bloqueo” es la coartada perfecta de una dictadura que no quiere rendir cuentas.
Mientras miles de cubanos buscan comida en la basura o huyen por el mar, los militares manejan hoteles de lujo, reciben divisas extranjeras y asocian sus marcas con compañías internacionales como Iberostar, Meliá o Blue Diamond.
El embargo no les impide llenarse los bolsillos.
El verdadero bloqueo es el del régimen hacia su propio pueblo, que impide producir, comerciar, invertir o expresarse libremente.
El caso Iberostar desmonta una mentira de más de medio siglo:
El “bloqueo” no impide que empresas extranjeras inviertan en Cuba. No impide que esas mismas empresas hagan negocios en Estados Unidos. Y no explica el hambre, el apagón ni la represión.
Cuba no está bloqueada desde fuera; está secuestrada desde dentro.







Deja un comentario