El Padre Alberto Reyes reflexiona sobre cómo el régimen cubano “domesticó” a la sociedad mediante el miedo y la repetición

El sacerdote camagüeyano Alberto Reyes Pías ha vuelto a conmover las redes sociales con una publicación titulada “He estado pensando… y podrían volvernos a domesticar II”, en la que analiza los mecanismos de manipulación ideológica empleados por el régimen cubano durante más de seis décadas.

En su reflexión, el Padre Reyes expone cómo la dictadura moldeó el pensamiento de generaciones enteras a través de la repetición sistemática de consignas y mentiras emocionales, una práctica que compara con los métodos propagandísticos utilizados por regímenes totalitarios del siglo XX.

“Una mentira, repetida mil veces, se convierte en verdad”, recuerda el sacerdote, citando la célebre frase atribuida al ministro nazi Joseph Goebbels. “De ese modo, la repetición constante y por todos los medios posibles de una idea simple y emotiva provoca un contagio masivo y va siendo aceptada por la mayoría de la gente.”

Reyes señala que desde los primeros años de la Revolución, el discurso oficial se construyó sobre una división maniquea entre “buenos” y “malos”, donde los primeros eran los revolucionarios fieles al sistema y los segundos los considerados “traidores” o “agentes del enemigo”. Bajo esa lógica, todo mal ha sido siempre atribuido al “imperialismo norteamericano”, mientras el pueblo cubano debía verse a sí mismo como víctima y heroico resistente.

“Estos han sido los mensajes con los cuales hemos crecido, repetidos hasta la saciedad en la prensa, la televisión, los centros de enseñanza y los actos públicos”, subraya el sacerdote.

Aunque muchos cubanos ya no creen en ese discurso, advierte que el adoctrinamiento dejó una huella profunda, al punto de que muchos han aprendido a convivir con la mentira, expresando su inconformidad en privado, pero participando en público en las demostraciones de apoyo al sistema.

Reyes define esta actitud como “una doble vida”, resultado del miedo y de una domesticación prolongada, donde pensar y expresarse libremente se convierte en un acto de valor. Sin embargo, asegura que aún hay esperanza en quienes se atreven a romper ese molde y transmiten esa libertad de pensamiento a las nuevas generaciones.

Para cerrar su reflexión, el sacerdote comparte una anécdota significativa: la respuesta de una niña de ocho años durante una clase, cuando su maestra intentó inculcarle la idea de que los estadounidenses eran malos.

“Maestra, se lo acabo de decir, a todos, a los buenos y a los malos.”

Una frase sencilla, pero poderosa, que según el Padre Reyes simboliza la pureza moral y la libertad interior que ningún adoctrinamiento puede destruir.

Su publicación se suma a una serie de textos donde el sacerdote invita a los cubanos a reflexionar sobre el papel del miedo, la manipulación y la resignación en la perpetuación del sistema, y al mismo tiempo a recuperar el pensamiento crítico y la dignidad como nación.

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