Jóvenes marroquíes desafían al régimen con protestas masivas por salud, educación y corrupción

En Marruecos, miles de jóvenes han salido a las calles desde el 27 de septiembre para exigir cambios profundos en un país donde el desempleo, la corrupción y la precariedad de los servicios públicos marcan la vida cotidiana. Las manifestaciones, organizadas principalmente a través de redes sociales por colectivos independientes como GenZ 212, se han extendido a ciudades como Rabat, Casablanca, Marrakech, Agadir y Tánger.

Los jóvenes rechazan que el Estado destine enormes sumas a la preparación de la Copa Mundial de Fútbol 2030 mientras hospitales, escuelas y servicios básicos permanecen en crisis. Uno de los lemas más repetidos es: “Queremos hospitales, no estadios”.

Las convocatorias no responden a partidos políticos ni organizaciones tradicionales: la mayoría de los llamados surgen en plataformas digitales como Discord, Instagram o TikTok, lo que ha permitido que la protesta se organice de forma descentralizada y sin líderes visibles, un factor que ha sorprendido al régimen.

Represión y detenciones

El gobierno ha respondido con un fuerte despliegue policial para contener las protestas. En varias ciudades, las manifestaciones fueron disueltas por la fuerza y decenas de jóvenes fueron arrestados de manera preventiva. Organizaciones de derechos humanos denuncian detenciones arbitrarias y señalan que el Estado busca acallar cualquier expresión de descontento en el espacio público.

Pese a la represión, las protestas han logrado visibilizar el malestar de una generación que se siente marginada, sin oportunidades reales de empleo y con un futuro incierto en su propio país.

Un problema estructural

Marruecos arrastra desde hace años altos niveles de desempleo juvenil y profundas desigualdades sociales. La situación se agrava con un sistema educativo en crisis y una sanidad que no logra responder a las necesidades de la población.

El contraste entre los grandes proyectos de infraestructura, destinados a mostrar una imagen de modernidad al exterior, y la precariedad en los servicios básicos ha encendido la indignación de los jóvenes, que hoy encabezan la mayor ola de protestas en la última década, desde el Hirak del Rif en 2016.

Un mensaje que trasciende fronteras

Las movilizaciones de la Generación Z marroquí ponen de relieve que el malestar de los jóvenes no reconoce fronteras. Su reclamo por dignidad, transparencia y servicios básicos conecta con luchas similares en otras partes del mundo, incluida Cuba, donde la juventud también enfrenta un futuro truncado por un régimen que reprime en lugar de escuchar.

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