Silvio Rodríguez canta en la escalinata de la Universidad de La Habana de espaldas al pueblo cubano

La noche de ayer la escalinata de la Universidad de La Habana fue escenario de un concierto del trovador oficialista Silvio Rodríguez, un evento presentado como un homenaje a los estudiantes que semanas atrás protagonizaron protestas contra el tarifazo impuesto por la empresa estatal Etecsa.

Sin embargo, lo que se vivió fue la confirmación de que aquellas manifestaciones no sirvieron de nada: las exigencias estudiantiles fueron ignoradas y el tarifazo se mantuvo intacto. La protesta, lejos de convertirse en un triunfo, terminó evidenciando que el régimen continúa imponiéndose y que, pese a los gestos de inconformidad, el poder sigue en manos de quienes han secuestrado el país desde 1959.

En el acto estuvo presente el presidente designado Miguel Díaz-Canel, rodeado de un público cuidadosamente seleccionado, entre ellos estudiantes afines a la dictadura o que actúan desde la doble moral de la Universidad de La Habana. Jóvenes que, en vez de representar la inconformidad de su generación, se alinean con el discurso oficialista y ayudan a sostener un sistema agotado.

Entre luces, banderas y consignas, el concierto intentó disfrazar la profunda crisis que atraviesa la isla: apagones interminables, hospitales sin recursos, inflación desbordada y un pueblo exhausto por la represión. Mientras Silvio entonaba sus canciones, la vida cotidiana de los cubanos seguía marcada por la miseria y la desesperanza.

La escalinata universitaria, símbolo histórico de lucha y resistencia, se transformó en escenario de propaganda. El homenaje a los estudiantes terminó siendo un recordatorio de que la protesta, aunque legítima, fue neutralizada por el régimen y utilizada como parte del espectáculo oficialista.

Lo que se presenció anoche no fue un concierto para Cuba, sino un concierto de espaldas a Cuba. Una puesta en escena destinada a reafirmar el poder de una élite desconectada de la realidad, mientras el pueblo continúa pagando las consecuencias de un sistema que no responde a sus demandas.