Derrumbe en La Habana deja a familias enteras viviendo en la calle mientras las autoridades miran a otro lado

Una grave denuncia llegó a la redacción de ClickCuba desde la calle 3ra entre D y E, en El Vedado, La Habana, donde un derrumbe parcial ha dejado a varias familias sin techo. Entre los afectados hay niños, una mujer embarazada, adultos mayores —incluyendo una persona recién operada a corazón abierto— y pacientes con condiciones delicadas como hipertensión, diabetes e incluso secuelas de un derrame cerebral.

Las imágenes muestran techos y paredes con grietas profundas, pedazos de concreto desprendidos y estructuras a punto de colapsar. La situación obligó a los vecinos a sacar sus pertenencias a la calle y refugiarse en improvisadas carpas, sin agua, sin luz, sin gas y sin alimentos.

Según denunciaron, las autoridades locales, incluyendo al intendente y la delegada, se presentaron en el lugar, pero “solo a hablar” y sin ofrecer una solución real. “Querían meternos en una oficina que se está cayendo igual”, relató una de las vecinas. Bomberos fueron alertados, pero respondieron que si no había muertos no acudirían.

Los afectados llevan más de 15 años esperando por una vivienda digna, mientras el edificio se deterioraba sin recibir atención alguna. Pese a múltiples quejas previas, no se les brindó respuesta.

La tragedia se desarrolla a escasos metros del lujoso hotel Grand Aston, símbolo del contraste entre la opulencia turística y la miseria habitacional que padecen los cubanos. Vecinos denunciaron que ni siquiera se les permitió cargar una lámpara en el hotel, a pesar de que familias enteras, incluyendo niños pequeños, pasaron la noche en la intemperie.

En total son nueve núcleos familiares los que quedaron en la calle tras el derrumbe. La desesperación llevó a una de las afectadas a advertir que cerraría la calle en protesta, pero fue inmediatamente reprimida y advertida por las autoridades.

Los vecinos coinciden en que están “esperando al muerto” para que el Estado actúe. Mientras tanto, los electrodomésticos permanecen amontonados en la vía pública, expuestos a la intemperie y al robo, y los afectados enfrentan hambre y abandono.

El caso refleja una realidad que se repite en toda Cuba: el deterioro acelerado del fondo habitacional, la desidia gubernamental y la prioridad del régimen hacia el turismo y la propaganda por encima de las necesidades básicas del pueblo.

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