Armas improvisadas en Cuba: jóvenes fabrican cuchillos con placas electrónicas para evadir detectores de metales

En medio de la creciente inseguridad en la isla, jóvenes cubanos vinculados a entornos violentos han comenzado a fabricar armas blancas con materiales poco convencionales, diseñadas para pasar desapercibidas ante detectores de metales instalados en aeropuertos, terminales y algunos centros de recreación controlados por el régimen.

Las imágenes obtenidas muestran cuchillos artesanales elaborados a partir de memorias RAM y placas de circuito impreso, comúnmente conocidas como baquelita. Este material, compuesto por resina fenólica y capas de cobre, es rígido, resistente y, en gran parte, no metálico, lo que le permite evadir sistemas de detección.

El diseño es rudimentario pero letal: las placas se afilan hasta conseguir un borde cortante y se refuerzan con empuñaduras improvisadas, envueltas en cinta para mejorar el agarre. Aunque no tienen el filo de un cuchillo de acero, su dureza y forma puntiaguda las convierten en armas capaces de causar graves lesiones.

En barrios conflictivos, su fabricación se ha convertido en una alternativa para quienes buscan un arma defensiva o intimidatoria sin exponerse a ser detectados. La facilidad para obtener piezas electrónicas —provenientes de computadoras viejas o dispositivos desechados— y la simpleza del proceso de fabricación, alimentan su proliferación.

Este fenómeno refleja dos realidades preocupantes: la creatividad criminal frente a la escasez y el deterioro del clima social en Cuba. En un país donde el acceso a armas de fuego está fuertemente restringido, estas herramientas improvisadas son un ejemplo de cómo la violencia encuentra nuevas formas de manifestarse.

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