
Alcaldesa mexicana propone subastar estatuas de Fidel y el Che para financiar mejoras urbanas
“Llévenselos a su casa, pero páguenlos ustedes”: la audaz propuesta de Alessandra Rojo de la Vega contra los homenajes a dictadores en espacios públicos
La alcaldesa de Cuauhtémoc, Alessandra Rojo de la Vega, ha vuelto a captar la atención pública con una propuesta tan provocadora como contundente: subastar las esculturas de Fidel Castro y Ernesto “Che” Guevara, retiradas recientemente del espacio público, para financiar mejoras en banquetas, parques y jardines de su alcaldía.
“Tuve una idea magnífica”, anunció Rojo de la Vega a través de un mensaje en redes sociales. “¿Por qué no subastamos de manera oficial las esculturas de Fidel Castro y del Che Guevara? Esos que hablaban de igualdad pero vivían como reyes, que predicaban libertad pero callaban a balazos”.
Con un discurso cargado de ironía y crítica directa al legado de ambos personajes, la alcaldesa propuso que los simpatizantes del comunismo, o aquellos que los consideran íconos, puedan adquirir las estatuas como objetos decorativos para sus hogares o jardines. Pero con una condición clara: “Esta vez lo tienen que pagar ustedes, con su dinero. No el pueblo, no con impuestos, no con espacios públicos”.
Rojo de la Vega subrayó que en su alcaldía, donde el presupuesto debe servir a 580 mil habitantes y a millones de personas que la transitan a diario, no se puede permitir el uso de espacios públicos para rendir homenaje a quienes violaron derechos humanos. “El espacio público es para vivir, no para rendirle culto a la opresión”, sentenció.
La iniciativa, que aún debe ser revisada para verificar si es legalmente viable, ha sido bautizada por la propia alcaldesa como una “subasta revolucionaria”. “Cada quien que cargue con sus ídolos, pero sin que lo paguen las vecinas y vecinos”, concluyó.
La propuesta ha generado una ola de reacciones, tanto de apoyo como de rechazo. Mientras algunos aplauden la acción como un acto de justicia simbólica y recuperación del espacio público, otros la critican por considerar que promueve una visión reduccionista de figuras históricas complejas.
En cualquier caso, Rojo de la Vega ha logrado lo que parecía imposible: transformar un debate ideológico enquistado en una posible vía de recaudación para el bien común. Y lo ha hecho con una frase que resume su postura sin ambigüedades: “¿Quieren dictadores? Llévenselos de decoración”.







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