
La Güinera, 12 de julio: El día que mataron a Diubis Laurencio y el barrio despertó al costo del silencio
Hace cuatro años, el barrio marginal de La Güinera se convirtió en epicentro de una de las escenas más oscuras de la represión estatal en Cuba. Era el segundo día de protestas masivas en todo el país tras el histórico levantamiento popular del 11 de julio de 2021. Aquella mañana, en medio de gritos de “¡Patria y Vida!” y demandas de libertad, un joven de 36 años, Diubis Laurencio Tejeda, fue asesinado por la policía mientras caminaba con su celular grabando lo que ocurría.
Hoy, La Güinera sigue existiendo, pero ha cambiado poco. La precariedad es la misma. La represión, más sutil, más dirigida. Y la impunidad, intacta.
Una muerte sin justicia
Diubis no portaba armas ni lideraba disturbios. Según testigos, simplemente documentaba la protesta. La versión oficial del régimen lo tildó de “elemento antisocial” y alegó que murió en un enfrentamiento, pero la autopsia reveló otra verdad: fue asesinado de un disparo por la espalda. El autor del disparo, el subteniente Yoennis Pelegrín Hernández, fue exonerado sin juicio público. Continúa en activo. Continúa libre.
El crimen fue silenciado en los medios estatales y deformado por la propaganda oficial. Ningún fiscal independiente investigó. Ningún tribunal cuestionó. La madre de Diubis, destrozada, murió días después en circunstancias que su familia atribuye a la presión psicológica y al dolor.
La Güinera hoy: más vigilancia, misma pobreza
Cuatro años después, el barrio donde ocurrió el crimen no ha recibido inversión, ni justicia, ni perdón. La Güinera sigue siendo uno de los sectores más olvidados de la capital. Las calles están rotas, la recolección de basura es esporádica, el abastecimiento de alimentos se limita a lo poco que llega a las bodegas, y los apagones se han vuelto interminables.
Lo que sí ha mejorado es la vigilancia: cámaras en puntos clave, mayor presencia de patrullas y un control comunitario fortalecido por los Comités de Defensa de la Revolución. No para proteger al ciudadano, sino para garantizar que ningún otro 12 de julio vuelva a ocurrir.
La represión ha mutado. Hoy no disparan tanto en las calles, pero detienen, hostigan y silencian. Las redadas selectivas, las amenazas veladas y el miedo impuesto funcionan igual que una bala: paralizan.
Un símbolo que resiste
El nombre de Diubis Laurencio no ha desaparecido. Activistas, organizaciones de derechos humanos y medios independientes lo recuerdan cada año como la primera víctima mortal reconocida de las protestas del 11J. Su rostro forma parte de carteles en el exilio, de canciones, de homenajes virtuales. Su historia es un recordatorio del costo humano de la dignidad.
Pero en Cuba, su nombre está prohibido.
Ninguna escuela, calle o mural lo nombra. Los niños de su barrio no saben quién fue ni por qué murió. En los medios oficiales, nunca existió.
La herida de La Güinera sigue abierta
El 12 de julio no es solo el día en que mataron a Diubis. Es el día en que el Estado cubano mostró que prefería asesinar antes que escuchar. Y es también la fecha en que un barrio pobre, históricamente abandonado, se atrevió a alzar la voz.
Cuatro años después, La Güinera sigue empobrecida y más controlada. Pero también está más consciente. El miedo persiste, pero la memoria también. Y mientras el nombre de Diubis siga vivo en quienes exigen justicia, el crimen no quedará enterrado.
ClickCuba recuerda a Diubis Laurencio Tejeda como símbolo de una Cuba que despertó, y que aún lucha por no volver a dormir.







Deja un comentario