Acólito del régimen lanza diatriba contra Sandro Castro para salvar la imagen de Fidel

El escritor oficialista Ernesto Limia, cercano al aparato ideológico del régimen cubano, publicó un extenso y exaltado texto en defensa de la memoria de Fidel Castro, arremetiendo contra Sandro Castro, el nieto del dictador, cuya ostentación en redes sociales ha causado escándalo dentro y fuera de la isla.

Bajo el título “Te lo prometió Martí…”, Limia acusa a Sandro de ser “un imbécil” que “no siente cariño por su abuelo” y que, retratándose con la bandera estadounidense a sus espaldas, ha deshonrado el legado de quien dirigió a Cuba durante casi medio siglo. A pesar de sus palabras ofensivas, el autor reconoce que Sandro no ha cometido ningún delito y advierte que, de ser procesado judicialmente, se correría el riesgo de un escándalo internacional con el titular: “La Revolución Cubana devora a sus hijos como Saturno: está preso el nieto de Fidel”.

Pero lo que realmente molesta a Limia y a otros miembros de la élite castrista no es el comportamiento superficial del joven, sino el hecho de que expone sin filtros cómo vive la cúpula del poder, una casta acostumbrada al lujo, el privilegio y la impunidad, mientras exige sacrificios al pueblo.

Fidel: ¿símbolo de modestia o líder encubierto de lujo?

Limia idealiza a Fidel Castro como un hombre frugal que “comía tan frugal que cuando una foto íntima apareció en un muro de Facebook de Miami enseguida fue retirada porque la imagen desdecía décadas de propaganda ultrajante”. También afirma que “anduvo con las suelas de las botas rotas” y “nunca cogió vacaciones”.

Sin embargo, esa narrativa ha sido desmentida por múltiples fuentes, especialmente por su exguardaespaldas Juan Reinaldo Sánchez, quien en su libro La vida oculta de Fidel Castro reveló que el dictador vivía rodeado de lujos, con al menos 20 residencias, una flota de autos y un yate de lujo llamado Aquarama II regalado por la URSS. Uno de sus refugios favoritos era Cayo Piedra, una isla privada con mansión, pista de helicóptero, delfines amaestrados y restaurante flotante.

Sánchez lo describió como un hombre que vivía “como un rey”, con acceso exclusivo a bienes y placeres que el pueblo cubano jamás habría imaginado. Nada de esto encaja con la imagen de asceta que intenta sostener Limia. La austeridad de Fidel fue una puesta en escena, útil para consolidar el mito. La opulencia era real, pero cuidadosamente escondida.

Sandro, el espejo sin filtro

Sandro Castro no ha inventado nada. No ha robado porque su abuelo ya lo hizo por él, no ha gobernado, no ha mandado a nadie a prisión. Lo único que ha hecho es mostrar el estilo de vida que heredó. Y eso, en un país donde la mayoría sobrevive con menos de 10 dólares al mes, es inadmisible… pero no porque ofenda a los principios de la revolución, sino porque rompe la fachada que la revolución se esforzó durante décadas por mantener.

Ahí está el verdadero motivo del enfado de Limia: el nieto ha revelado lo que el abuelo ocultó. Donde Fidel escondía sus privilegios bajo discursos, Sandro los publica en redes. Donde antes todo se silenciaba, hoy se filtra, se graba, se comparte. Sandro no es el traidor; es el testigo incómodo.

El discurso de Limia: una defensa agónica

En su defensa apasionada de Fidel, Limia llega incluso a acusar veladamente a Estados Unidos de inducir el comportamiento de Sandro para “dañar el símbolo”. Pero se equivoca: el daño no lo provoca el nieto, sino la mentira sostenida por décadas. No es que Sandro deshonre a Fidel; es que lo hace visible.

Por eso la necesidad urgente de sus defensores por decir que “Fidel no le dio nada”, o que “vivía con las suelas rotas”. Porque el mito es más importante que la verdad. Porque reconocer que Sandro vive así porque Fidel y su clan siempre vivieron así, sería desmontar uno de los pilares ideológicos más cuidadosamente construidos del castrismo.

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