El régimen cubano intenta desacreditar a Mike Hammer con un montaje que lo deja aún más en evidencia

Un nuevo intento del régimen cubano por desacreditar al Encargado de Negocios de Estados Unidos en Cuba, Mike Hammer, ha quedado al descubierto tras la publicación de un video que pretendía mostrarlo “acorralado” por tres ciudadanos en Varadero. Sin embargo, el propio material difundido en perfiles oficialistas termina revelando lo contrario: fue un montaje mal ejecutado en el que no se permitió al diplomático responder y se evidenció el uso propagandístico del encuentro.

El video, titulado «Mike Hammer se queda sin palabras ante la pregunta de tres cubanos, adelante Mike Hammer responda las preguntas», circuló este martes en redes vinculadas al aparato de propaganda del régimen. En él, se observa cómo un hombre lanza la primera pregunta: “¿Cuándo ustedes van a eliminar el bloqueo?”. Mike Hammer comienza a responder, pero apenas alcanza a pronunciar unas pocas palabras cuando una mujer lo interrumpe con otra pregunta: “¿Cuándo nos van a quitar de la lista?”. Ni una respuesta completa, ni siquiera un intento de diálogo fue permitido.

El intercambio nunca tuvo intención de ser un diálogo genuino. Mientras Hammer trataba de mantener la compostura y responder con respeto, los supuestos “ciudadanos comunes” lo interrumpían constantemente. El momento culmina con los tres increpándolo por no “querer hablar con el pueblo” cuando, en realidad, lo que quedó grabado fue su decisión de alejarse al notar que no había voluntad de escuchar, sino de provocar.

Días antes, el diplomático estadounidense ya había advertido en la página oficial de la Embajada de EE.UU. en La Habana sobre la posibilidad de que se intentara manipular su presencia pública en Cuba. La publicación del video tardó en salir precisamente porque, como muchos analistas han señalado, el resultado final no favorece al régimen: lejos de ridiculizar a Hammer, deja en evidencia la falta de cortesía, el carácter forzado del encuentro y la clara intención de utilizarlo como material propagandístico.

Este tipo de tácticas no son nuevas. En ocasiones anteriores, el aparato mediático del régimen ya había montado escenas similares, como el falso “reclamo popular” en la lanchita de Regla, protagonizado por una supuesta ciudadana que luego fue identificada como una funcionaria estatal.

La escena en Varadero demuestra una vez más la desesperación del régimen por controlar el relato y atacar toda presencia internacional que pueda ser incómoda para sus intereses. Pero también revela su torpeza: al intentar desacreditar a un diplomático, terminan confirmando ante la opinión pública el uso sistemático del engaño como herramienta de propaganda.

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