Alina Bárbara López Hernández: una voz que incita a la esperanza y a la acción cívica en Cuba

La historiadora e intelectual cubana Alina Bárbara López Hernández ha vuelto a sacudir las redes sociales y la esfera pública nacional con una publicación en su perfil de Facebook que mezcla agudeza analítica, valentía cívica y un llamado explícito a romper con las narrativas oficiales que han regido el imaginario político de la isla durante décadas.

“La historia no es una obra de teatro con guión previamente decidido y donde apenas desempeñamos el rol de espectadores”, escribió López Hernández. Su reflexión no es solo una crítica directa a la visión monolítica del poder en Cuba, sino también una invitación a repensar el papel del ciudadano como sujeto activo y no como espectador pasivo de su propio destino.

Desde hace meses, la intelectual ha protagonizado una forma de protesta singular y profundamente simbólica: cada día 18 del mes, entre las 2 y las 3 de la tarde, se planta en silencio en el Parque de la Libertad, en la ciudad de Matanzas. Su protesta es pacífica, amparada por la Constitución, y cargada de sentido político y humano. En su más reciente declaración, ha dedicado su acción de este 18 de junio a los jóvenes cubanos, a quienes considera autores de una nueva página en la historia del país.

“Nuestros jóvenes acaban de darnos una lección al escribir una página nueva”, expresó. Aunque no menciona hechos concretos, su alusión parece resonar con las recientes expresiones juveniles de descontento social, cultural y político que, en medio de la creciente crisis económica y existencial del país, han marcado un punto de inflexión en el debate nacional.

Con un lenguaje emotivo, Alina Bárbara no oculta su frustración ante la idea de un futuro siempre prometido pero jamás alcanzado: “La falsa narración de que el devenir de la nación cubana sigue una pauta determinada desde el Olimpo del poder […] debe ser cambiada por una nueva narración”. En su lugar, propone una historia viva, escrita entre todos, minuto a minuto, con decisiones reales y consecuencias tangibles.

En uno de los pasajes más potentes de su publicación, declara: “Sí estoy incitando. Incito a la esperanza, al optimismo, a dejar de ser espectadores para ser actores de nuestras vidas”. Frente al descrédito de la política tradicional y la desesperanza que empuja a muchos a emigrar —para terminar muchas veces siendo perseguidos también en otras tierras—, ella plantea una alternativa: luchar, desde dentro, por transformar la realidad.

Este tipo de pronunciamientos no es nuevo en la trayectoria de López Hernández, pero cada palabra suya parece resonar con más fuerza en una Cuba que se asfixia entre la represión, el estancamiento económico y el éxodo masivo. Su voz, firme pero sin estridencias, representa una ética de la dignidad, de la responsabilidad ciudadana y del compromiso con una sociedad plural, dialogante y justa.

En tiempos donde el silencio es impuesto y el miedo opera como herramienta de control, gestos como el de Alina Bárbara López Hernández devienen actos de resistencia. No desde la violencia ni el odio, sino desde la palabra, la presencia y la convicción de que la historia —lejos de ser un libreto cerrado— está abierta a la participación activa de todos los que se atreven a escribir en ella.

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