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Gran Logia de Cuba reafirma su soberanía institucional en medio de grave crisis interna

En medio de una de las crisis más profundas que ha enfrentado la masonería cubana en décadas, la Gran Logia de Cuba (GLC) ha emitido una declaración pública en la que reafirma su soberanía como institución independiente y autónoma. La medida busca contener el creciente descontento entre sus miembros y responder a la presión tanto de logias disidentes como del propio Ministerio de Justicia del régimen cubano.

La información fue dada a conocer por el medio independiente CubaNet, que ha seguido de cerca los acontecimientos desde sus inicios.

Una crisis que se arrastra desde enero

Todo comenzó a inicios de 2024, con la denuncia del robo de 19 000 dólares en la oficina del Gran Maestro Mario Alberto Urquía Carreño. Lejos de disiparse, la situación se agravó con acusaciones internas de autoritarismo, exclusión de logias críticas y presiones políticas.

Posteriormente, Urquía emitió el polémico Decreto 1791, que suspendió de forma unilateral el Tratado de Amistad con el Supremo Consejo del Grado 33, órgano que agrupa a masones del grado más alto dentro del rito escocés antiguo y aceptado.

La medida provocó la expulsión o suspensión de cuatro logias: Evolución (Artemisa), Luz, Moncada y Carlos Manuel de Céspedes (La Habana), por negarse a reconocer a Urquía como autoridad legítima.

Protestas sin precedentes frente al templo masónico

En respuesta a estas decisiones, entre 140 y 200 masones disidentes se concentraron el pasado 9 de junio frente al Templo Nacional Masónico, en una protesta que, según CubaNet, no tiene precedentes en la historia reciente de esta institución. Los manifestantes exigieron elecciones democráticas y el respeto a la legalidad interna.

El conflicto ha sacado a la luz viejas tensiones sobre el control del poder dentro de la masonería cubana y ha suscitado preocupaciones sobre una posible injerencia del Estado en asuntos internos de la orden.

Ratificación de soberanía: una maniobra para resistir

La reciente declaración de la GLC, firmada por Urquía, asegura que “ninguna otra organización puede asumir la representación de la masonería cubana”, e insiste en que la Gran Logia es la única entidad reconocida nacional e internacionalmente.

Esta declaración también responde al Ministerio de Justicia, que en los últimos meses ha cuestionado la legalidad de algunos procedimientos disciplinarios internos, exigiendo su corrección.

¿Autonomía masónica o poder centralizado?

Aunque la GLC afirma defender su independencia frente a presiones externas, masones disidentes acusan al Gran Maestro Urquía de comportarse como un “autócrata”, negándose a convocar elecciones y rompiendo el equilibrio histórico entre las estructuras masónicas.

Algunos miembros señalan que la GLC ha dejado de representar los valores democráticos y fraternos que caracterizan a la masonería universal, y han planteado la posibilidad de crear una nueva obediencia, alternativa al liderazgo actual.

El futuro de la masonería en Cuba

La masonería cubana ha sido, desde el siglo XIX, un espacio de pensamiento libre, fomento de la educación y resistencia simbólica frente a los autoritarismos. Esta crisis, más allá del conflicto de poder, pone en juego la credibilidad y la continuidad de una institución centenaria.

Entre los escenarios posibles están:

  • La reforma interna, con elecciones supervisadas por la comunidad masónica internacional.
  • La fragmentación en logias autónomas, fuera de la estructura actual.
  • La intervención encubierta del Estado, aprovechando el desorden para someter a una institución históricamente incómoda para el poder.

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