Omara Ruiz Urquiola: “El desprecio del estudiantado es la peor condena para Sergio Peña”

La exigencia pública de renuncia al decano del Instituto Superior de Diseño (ISDi), Sergio Peña Peña, por parte de estudiantes y egresados del centro, ha sacudido el panorama universitario cubano y desatado una ola de reacciones. Entre las más contundentes, destaca la de la intelectual y activista Omara Ruiz Urquiola, quien rompió el silencio para denunciar públicamente a quien fue el principal impulsor de su despido del ISDi años atrás.

El pronunciamiento de los estudiantes fue publicado el pasado 6 de junio en forma de Carta Abierta, en la que acusan al decano de una actitud “autoritara, egocéntrica y despectiva”, así como de estar desconectado de la realidad que vive la comunidad estudiantil. El detonante: sus palabras durante una reunión institucional, donde afirmó que “no se necesita internet para diseñar”, justo en medio de la crisis de conectividad que afecta al país. Además, los estudiantes denuncian amenazas de expulsión contra quienes no se alinean con su discurso político.

La carta, ampliamente difundida en redes sociales y medios independientes, se convirtió en un grito generacional contra el abuso de poder, el elitismo y el autoritarismo en las instituciones de educación superior cubanas.

Pero más allá del repudio estudiantil, esta rebelión universitaria reactivó viejas heridas. Omara Ruiz Urquiola, quien fue expulsada del ISDi por motivos políticos, publicó un descarnado testimonio en el que desvela detalles sobre la trayectoria de Sergio Peña, a quien acusa de corrupción moral, traiciones personales y uso instrumental de la universidad en beneficio propio.

“Si hay un espacio docente en Cuba donde la ignorancia y la arbitrariedad son requisitos para el cargo, ese es el ISDi”, expresó Ruiz Urquiola. “Esta pobre bestia […] luchó toda su vida por ocupar ese cargo. Ese es el principio y final de sus aspiraciones”, añadió.

Omara recordó que incluso tras ser condecorada con la “Tiza de Oro” por la propia FEU, Sergio Peña ordenó cancelar el reconocimiento al año siguiente, luego de su despido. También denunció la falsificación de su plan de trabajo para justificar la sanción y un intento de agresión física por parte de Peña en Viñales, del que fue testigo otro académico.

“Esto es descomunalmente superior al juicio legal. Es el juicio de la vida”, sentenció, aludiendo al rechazo frontal del estudiantado hacia el decano, quien durante años, según afirma, se escudó en el poder institucional para reprimir el pensamiento independiente.

En paralelo, el propio Peña reaccionó en un mensaje enviado a los profesores, donde se mostró “triste” y “confundido”, lamentando el rumbo que ha tomado el ISDi. Dijo sentirse “con el pecho apretado” por las críticas recibidas y pidió unidad, pero sus palabras no han logrado aplacar la indignación desatada.

Para los estudiantes y egresados que lideran esta protesta, el problema va más allá del internet o de una figura aislada. Denuncian la violencia institucional, la censura ideológica y la represión del pensamiento crítico en el sistema educativo cubano. “Exigimos respeto, exigimos garantías, exigimos un liderazgo que represente, no que reprima”, escribieron en su carta.

El caso ha puesto en evidencia el colapso ético de una institución que, en lugar de formar diseñadores con pensamiento libre y herramientas contemporáneas, ha sido secuestrada —según voces como la de Omara— por una estructura decadente, plagada de favoritismo, simulación académica y lealtades al poder antes que a la verdad.

Mientras tanto, el silencio de las autoridades del Ministerio de Educación Superior solo aumenta la tensión. La comunidad universitaria espera respuestas. Y el ISDi, fundado con la intención de ser un espacio de creatividad y libertad intelectual, parece hoy más cerca de una crisis estructural que de una reforma.

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