
De las aulas a las calles: el despertar universitario y la oportunidad histórica del pueblo cubano
El silencio se está rompiendo en Cuba. Ya no es solo el eco de una queja individual o el susurro incómodo entre pasillos: ahora son los estudiantes universitarios, desde varias facultades y territorios del país, quienes han decidido hablar claro, organizarse y plantarse. Lo han hecho con argumentos, con dignidad y, sobre todo, con la determinación de quienes saben que ya no se puede esperar más.
Las protestas universitarias que se han multiplicado en los últimos días no son simples reclamos por datos móviles. Son la expresión de un malestar acumulado por años de abandono, censura, represión e hipocresía institucional. Reclaman acceso libre a internet, sí, pero también denuncian la precariedad en la alimentación, el transporte, el agua, la electricidad, los salarios, las becas y las condiciones mínimas para poder estudiar y vivir con dignidad.
Los jóvenes cubanos están diciendo lo que muchos temían decir: que este sistema ha fracasado. Y lo están haciendo en un lenguaje que todos entienden: el de la verdad.
El momento que puede cambiarlo todo
Esta reacción estudiantil marca un punto de inflexión. Y no debe ser ignorada. Si los jóvenes, históricamente considerados como la “reserva moral” del sistema, están liderando protestas públicas, es porque la crisis ha traspasado todos los límites. Lo que era impensable hace solo unos meses hoy es una realidad: paros, comunicados firmados colectivamente, denuncias abiertas contra ETECSA y contra el aparato que pretende controlar cada aspecto de sus vidas.
Este despertar no es solo de los estudiantes. Es una invitación al país entero.
Hoy el pueblo cubano tiene en sus manos la posibilidad de acompañar esta ola de inconformidad con un paso más: tomar las calles, desde cada barrio, desde cada municipio, de forma pacífica pero decidida. Es el momento de hacer algo por el país de forma no violenta.
De la protesta organizada a la transformación nacional
Una ruta clara: organización local, manifestaciones simultáneas, arrestos cívicos a quienes sostienen el aparato represivo en los territorios, creación de gobiernos de transición municipales y provinciales, y una estructura nacional ciudadana que ponga fin al autoritarismo sin recurrir a la violencia.
Hoy, con el país atravesando una crisis sin precedentes, ese camino deja de ser una teoría para convertirse en una necesidad urgente.
Porque mientras el régimen corta internet, niega alimentos, reprime voces y reduce a cenizas toda posibilidad de futuro, el pueblo puede responder con inteligencia, unidad y firmeza.
Los estudiantes ya marcaron la pauta. Ahora le toca al resto del pueblo seguir su ejemplo.
El deber moral de actuar
Cada cubano que hoy se queda callado ante esta movilización está renunciando a su derecho de vivir con dignidad. Porque esta no es solo la lucha de los universitarios. Es la lucha de un país entero cansado de sobrevivir, de callar, de mendigar sus derechos.
Que las universidades sean el punto de partida de la libertad. Que esta generación no sea la que se rinde, sino la que pone fin a más de seis décadas de oscuridad.
El momento de actuar es ahora. Las condiciones están dadas. La historia nos está llamando. Y esta vez, no podemos fallar.







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