
Vecinos de La Yaya sobreviven entre apagones, escasez de agua y precios imposibles: “Esto colapsa el cerebro”
Las calles de La Yaya, en la provincia de Guantánamo, muestran un panorama desolador que resume la tragedia cotidiana que viven sus habitantes: tanques, cubos y recipientes alineados frente a los edificios, esperando por las escasas pipas de agua que llegan esporádicamente. Las imágenes enviadas desde la zona confirman lo que sus vecinos denuncian con angustia: no tienen agua por tubería desde hace dos meses, y la situación solo empeora.
“Tenemos que cargar el agua de las pipas para poder beber, cocinar y asearnos. Y cuando llega, apenas es un chorrito que no sube más allá del tercer piso”, relata una vecina. “La calidad del agua es pésima, hay que hervirla, pero muchos ya no pueden hacerlo porque el carbón está carísimo: una lata cuesta 500 pesos y un saco 2.000. Es una locura”.
La escasez de agua se suma a los prolongados apagones. Los residentes aseguran que la corriente eléctrica llega a veces solo una hora al día, dejando al barrio en una oscuridad constante que paraliza la vida diaria. Cocinar, conservar alimentos o simplemente alumbrarse por la noche se convierte en una tarea imposible.
“Los precios están por las nubes. Para comer como una persona, hay que ser millonario. Esto no es fácil, el cerebro de uno colapsa poco a poco”, confiesa con impotencia un padre de familia que se esfuerza por alimentar a los suyos.
Los testimonios reflejan un nivel de abandono total por parte del Estado. No hay respuesta de las autoridades locales ni soluciones efectivas para una comunidad que siente que ha sido condenada al olvido.
Las imágenes enviadas desde La Yaya son el reflejo tangible de la desesperación: filas de recipientes vacíos alineados con la esperanza de que llegue agua algún día. Mientras tanto, los vecinos aguantan condiciones inhumanas, sin comida suficiente, sin electricidad y sin el recurso más básico para la vida: el agua.
Desde ClickCuba, reiteramos nuestro compromiso con visibilizar estas denuncias. Porque en Cuba, informar también es resistir.







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