La hora del pueblo: Cuba ante la oportunidad histórica de recuperar su libertad

Las recientes manifestaciones espontáneas en varios puntos de Cuba no son un hecho aislado. Son el reflejo acumulado del hartazgo de un pueblo que, durante décadas, ha sido reprimido, empobrecido y silenciado por un régimen que se niega a soltar el poder. Pero más allá del grito de protesta, lo que hoy necesita Cuba es una estrategia para transformar esa indignación colectiva en una acción organizada, no violenta y definitiva: una toma del poder ciudadano desde los municipios, como propone el «Manual Ciudadano para la Toma del Poder desde los Municipios».
Este documento, elaborado desde y para la resistencia civil, plantea con claridad lo que el pueblo cubano puede y debe hacer para desmontar al Partido Comunista desde su base: el control local.
¿Qué debe hacer el pueblo cubano?
1. Organizarse desde abajo:
Todo comienza en los barrios y municipios. Formar Comités de Transición Ciudadana (CTC) es el primer paso. Estos comités deben estar compuestos por vecinos respetados que asuman funciones claras: coordinación, documentación, logística, justicia y comunicación. Se trata de crear una estructura paralela al poder del régimen, pero legítima porque emana del pueblo.
2. Identificar al poder opresor local:
Hay que mapear al enemigo. Cada municipio debe documentar quiénes son los responsables locales del régimen: sus abusos, sus redes de poder, sus vínculos con la represión. Saber a quién se enfrenta es clave para una transición efectiva.
3. Capacitarse en desobediencia civil y acción no violenta:
La fuerza del pueblo cubano no está en las armas, sino en su moral, su verdad y su valentía. Aprender tácticas de resistencia pacífica, coordinación segura y defensa de derechos es esencial para resistir sin caer en provocaciones violentas.
4. Actuar con estrategia y simultaneidad:
Las acciones deben ser coordinadas y sorpresivas. No basta con manifestarse: hay que declarar públicamente la toma del poder ciudadano en cada municipio, ocupar pacíficamente las sedes del gobierno local, y proceder con arrestos cívicos a los responsables de crímenes contra el pueblo. Todo debe ser documentado.
5. Establecer gobiernos municipales de transición:
Una vez tomado el poder local, los CTC deben transformarse en gobiernos de transición. Su función no es perpetuarse, sino mantener el orden, garantizar servicios básicos, promover audiencias públicas y preparar elecciones libres. Cada municipio libre debe conectarse con los demás, creando una Red Nacional de Municipios Libres.
6. Coordinar una marcha nacional y crear un gobierno provisional:
Cuando suficientes municipios estén liberados, es hora de dar el siguiente paso: coordinar a nivel provincial, organizar una gran marcha cívica nacional hacia La Habana y declarar la disolución simbólica del poder ilegítimo. Es entonces cuando debe nacer un Gobierno Nacional Provisional, con representantes de cada provincia, comprometido con la justicia, la no permanencia en el poder y la organización de elecciones libres.
7. Impulsar una justicia transicional ética y pública:
No se trata de venganza. La justicia que Cuba necesita es reparadora, ética y ejemplar. Solo los responsables directos de crímenes y corrupción deben ser procesados bajo audiencias ciudadanas. A ellos se les debe garantizar un juicio justo, basado en pruebas y principios legales. La Comisión Nacional de Justicia Transicional será garante de ese proceso.
8. Comunicar con firmeza, verdad y transparencia:
La legitimidad no se impone, se gana. Cada paso dado debe comunicarse con claridad al pueblo, a otros municipios, a la comunidad internacional y frente al régimen. La narrativa debe ser firme: no es una revuelta, es una reconstrucción moral, legal y cívica de la nación cubana.
Un llamado a la acción cívica
El régimen está en crisis. El pueblo está despierto. La historia está lista. Lo que falta es organización, coordinación y visión. No basta con resistir; es hora de tomar el timón de la nación, desde abajo, con la fuerza de la dignidad y la unidad.
El cambio no vendrá de un líder mesiánico, ni de una intervención extranjera. Vendrá de los municipios cubanos, cuando el pueblo diga basta no solo con rabia, sino con estrategia, ética y decisión.
Porque en Cuba, el poder no pertenece al Partido. Pertenece al pueblo.







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