La voz silenciada de una madre y el encarcelamiento injusto de un periodista en Cuba

En el Día Mundial de la Libertad de Prensa, la realidad de muchos periodistas cubanos vuelve a evidenciar el costo humano de expresar ideas en libertad. José Gabriel Barrenechea Chávez, escritor y periodista independiente, permanece encarcelado en Cuba por el simple hecho de protestar y exigir derechos fundamentales.

Mientras Gabriel sufre tras las rejas, su madre, una anciana enferma de cáncer en fase terminal, enfrenta sola y en silencio sus últimos días. La enfermedad ya ha hecho metástasis, y, según fuentes cercanas, su estado de salud es extremadamente delicado. El dolor físico se suma al emocional: la ausencia de su hijo, injustamente privado de libertad, se ha convertido en una condena paralela para esta mujer, que ha perdido incluso la capacidad de hablar.

El caso de Barrenechea Chávez es un reflejo crudo del funcionamiento del régimen comunista cubano, donde disentir o ejercer el periodismo fuera del control estatal es motivo suficiente para la persecución, el acoso y el encarcelamiento. En un país donde la libertad de prensa está secuestrada por el poder político, Gabriel es uno de los muchos que han pagado un precio demasiado alto por atreverse a pensar y hablar en voz alta.

Hoy, más que nunca, es necesario visibilizar estas historias y exigir la liberación inmediata de los periodistas encarcelados en la isla. El periodismo no es delito. La libertad de expresión no debería costar la vida familiar, ni el derecho a despedirse de una madre moribunda.

El régimen cubano es macabro no solo por castigar la palabra libre, sino por hacerlo con una crueldad que destruye cuerpos, mentes y lazos humanos.

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