
La última súplica de una madre: la dictadura cubana le niega el derecho de ver a su hijo
Zoila agoniza en una humilde casa de Encrucijada, en la provincia de Villa Clara, con un solo deseo: ver una última vez a su hijo José Gabriel, quien permanece injustamente encarcelado desde hace más de cinco meses. Sin juicio, sin sentencia, sin acusación formal, el joven continúa privado de libertad mientras su madre, sola y enferma, espera en vano que las autoridades respondan a su ruego.
Saily González Velázquez, activista y exiliada cubana, denunció a través de sus redes sociales este caso que refleja, una vez más, la profunda deshumanización que impera bajo el régimen cubano. “Es tan fácil cumplirle su última voluntad”, escribió, describiendo el calvario de una madre que perdió a su esposo durante la pandemia, a otro hijo en su juventud, y ahora enfrenta la muerte en la más absoluta soledad.
Según González Velázquez, la negativa de liberar a José Gabriel no es un hecho aislado, sino parte de una política sistemática de crueldad orquestada por la Seguridad del Estado. “El odio y la cobardía pesan más que cualquier resto de humanidad que pueda quedarles”, denunció. “Han decidido que hasta el último aliento de esa madre será el campo de batalla donde ellos ganan, habiendo perdido en todos los demás”.
El caso de Zoila se suma al de otros padres y madres cubanos que, como Isabel en Pinar del Río o Marta Perdomo, han sido sometidos a un proceso de asfixia emocional: la prohibición de visitas, el hostigamiento constante, la separación forzosa de sus seres queridos. Una estrategia de represión silenciosa que busca quebrar los vínculos familiares y sembrar el dolor como herramienta de control.
La activista advierte que esta crueldad sistemática no quedará impune. “Cuando caiga esa dictadura, que caerá, y será pronto, no esperen de mí otra cosa que virarle la cara a los tormentos que querrán darles”, advirtió, refiriéndose a quienes hoy ejecutan las órdenes represivas.
El sufrimiento de Zoila —una madre suplicando hasta su último aliento por ver a su hijo— representa una herida abierta en la conciencia del pueblo cubano. “Que el pueblo vea morir a una madre suplicando por su hijo, no es sino una derrota para su ‘continuidad’ asquerosa”, sentenció González Velázquez.
Mientras la dictadura intenta perpetuarse en el poder mediante la represión y el miedo, historias como la de Zoila exponen su verdadera naturaleza: un régimen que ha perdido toda legitimidad al negar hasta el último gesto de humanidad.







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